¡Cómo dependemos de las redes sociales! No siempre para bien.
Tomemos como ejemplo, los grupos de WhatsApp más usuales, el del trabajo y el del colegio. Rara vez sirven para nada que no sea amargarnos la existencia. Pero, claro, uno no puede abandonar el grupo como Estanislao Figueras, que, al dimitir como presidente del Gobierno y largarse por la puerta, exclamó: "¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!". No sería recomendable. Los grupos de WhatsApp son la cruz de nuestro tiempo.
Pero las redes sociales también nos proporcionan momentos divertidos. Recuerden, a la señora Colau en Instagram, con un posado a lo Uma Thurman en Pulp Fiction. Como el presidente Torra posaba dándole al porrón, la cosa quedó como empate.
Otro momento glorioso sucedió hace pocos días, el pasado 25 de diciembre. Los munícipes, en vez de celebrar la Navidad en familia, corrieron al cementerio de Montjüic para hacer cosas nacionales, que podrían ahorrarse. Se publicó un tuit que decía (cito y traduzco): "Hoy hace 88 años que el presidente de la Generalitat Francesc Macià fue fusilado. Le rendimos homenaje con la ofrenda floral en su tumba, en el cementerio de Montjüic".
Con ánimo exaltado, una turbamulta de tuiteros procesistas recordó que Macià murió de viejo, que no fusilado, que el fusilado fue Companys, y no muy lejos de ahí, el 15 de octubre de 1940. El encargado de estas cosas confundió a uno con el otro, porque tanto monta y monta tanto el que va a pie como el que va andando. Al final, el Ayuntamiento de Barcelona rectificó y el asunto quedó así: «Hoy hace 88 años que el presidente de la Generalitat Francesc Macià se murió», etcétera. De qué murió prefirieron no decirlo, por no meter la pata una vez más.
Otro momento estelar lo ha protagonizado la inefable señora Borràs. Como saben, ejerce de presidenta del Parlament de Catalunya mientras se resuelve un juicio por su relación con un amigo que trapicheaba con drogas, dinero falsificado y contratos de servicios informáticos que le otorgaba a dedo la por entonces directora de la Institució de les Lletres Catalanes. Pues ésta, la señora Borràs, se cubrió de gloria presumiendo de un obsequio de Navidad.
Al parecer, el consulado de EEUU envía una felicitación estándar (cito) "a todos nuestros contactos institucionales". Deberán recibirla también la alcaldesa de Barcelona, el presidente de alguna asociación empresarial y gente por el estilo. Y claro, cómo no, la presidencia del parlamento autonómico. Lo correcto y normal.
Pero le hizo tanta ilusión a nuestra muy cursi señora Borràs que colgó el adorno navideño del árbol de Navidad del Parlament de Catalunya, ya trufado de citas poéticas de Mr. Wonderful, todas en catalán. Si le hace feliz… Pero, claro, se hizo retratar en el acto y luego propagó por las redes un mensaje que decía (cito y traduzco): "Muchas gracias, presidente de EEUU, Casa Blanca, Consulado de EEUU de Barcelona, por este bonito detalle que ya tenemos colgado en el arbol de Navidad del Parlament de Catalunya. ¡Feliz Navidad y próspero 2022!".
Pero, claro, ni el presidente de EEUU ni la Casa Blanca felicitaron nada; era la cursi dándose ínfulas. Que sí, que el cónsul representa tal y cual, pero no vayamos a exagerar. Ninguna otra personalidad catalana ha ido por ahí presumiendo de mira quién me ha enviado una postal, ni se ha publicitado colgándola entre frases de Mr. Wonderful.
Por lo demás, el adorno lo vende por algo más de 25 euros la pieza la Asociación Histórica de la Casa Blanca por Amazon, porque mucha gente los colecciona. Es un detalle original y bonito del cónsul, como lo sería que nosotros le enviásemos una felicitación de Navidad con un simpático Biden 'caganer', aunque… Mejor no, que a saber cómo se lo tomarían los norteamericanos.
Sólo diré que el encargado del Twitter del Parlament de Catalunya tuvo que borrar toda mención al presidente de los EEUU y a la Casa Blanca al comunicar la importantísima noticia de que la señora Borràs "había incorporado" un adorno de Navidad que le había enviado el consulado en el arbolito de marras, aunque adjuntó el tuit original.
Cuánta tontería, de verdad. Y nos hemos acostumbrado.
En fin, diviértanse lo que puedan, cuídense mucho, vacúnense y tengan ustedes un feliz 2022.