Todas las cartas importantes están ya sobre la mesa. El pasado jueves la alcaldesa Ada Colau hizo oficial su voluntad de concurrir por tercera vez a la carrera electoral por la alcaldía de la ciudad. Se trataba de uno de los temas que más rumores había desatado. Desde su posible marcha a Madrid hasta su posible relevo, muchas habían sido las apuestas de unos y otros. Finalmente, las incógnitas de la ecuación han quedado despejadas, y tenemos ya claros los candidatos con opciones de conquistar la alcaldía el próximo 2023.
El anuncio de Colau, en cierto modo, precipita las cosas en Barcelona. Su anuncio pone a todos los candidatos en el disparadero, y probablemente ello haga que muchas cosas se precipiten tras el anuncio. Al menos, la sensación de estar en campaña mucho antes de lo que deberíamos.
Maragall, que ejerce (supuestamente) como líder de la oposición, puede marcar unos ritmos distintos con su anuncio, pero el hecho de que la alcaldesa de la ciudad, a un año de las elecciones se postule como candidata, hace que la situación sea un tanto extraña. Será difícil disociar la Colau alcaldesa de la Colau candidata durante el año que queda. Pero, en cualquier caso, lo que no podemos negar es que para aquellos que nos interesa tratar de prever cómo serán las elecciones del 2023, anuncios como éste nos hacen el trabajo más sencillo.
Paralelamente a estos anuncios también hemos podido ir viendo encuestas muy interesantes. Más allá de la foto fija, todos sabemos que lo verdaderamente importante son las tendencias. En todas las encuestas que hemos visto los últimos meses vemos que los comunes van retrocediendo en intención de voto, y socialistas y republicanos van creciendo. Son tendencias que empiezan a parecer consolidadas por el momento. Y por eso son tan relevantes.
Podríamos afirmar entonces, conociendo ya los candidatos confirmados, que la próxima elección irá claramente de Maragall o Colboni. Con una alcaldesa en retroceso, la lucha por el primer lugar será muy probablemente entre estos dos candidatos. Y viendo la fragmentación del voto, muy probablemente, quedar primero será más determinante que nunca. Podemos encontrarnos en un escenario en el que nadie sea capaz de sumar.
Son muchas las incertidumbres que rodean a los partidos más pequeños. No sabemos qué pasará con Ciudadanos (aunque podemos intuirlo viendo los resultados que arrastran en toda España). No sabemos en qué situación se encontrará el PP, que parece no confiar en Josep Bou. Qué rápido han olvidado algunos que si el PP tiene representación en el consistorio fue gracias a él. Desconocemos el papel de Vox, que parece no despega en la ciudad. La CUP es otro de los misterios. Igual que Sandro Rosell, que parece estar muy motivado con la idea de presentarse pero no tiene las encuestas de cara. Particularmente dudo mucho que quiera presentarse a unas elecciones municipales para sacar un par de concejales. No tendría demasiado sentido. Por lo que me inclino por el momento a creer que esa supuesta candidatura no terminará de cuajar. Aunque nunca se sabe…
La presencia o no de todos estos partidos puede ser determinante para que unos u otros sumen. Los resultados abultados de antaño son historia. Nadie va a suscitar una mayoría por sí solo, y eso obliga a pactos capaces de sumar o empuja a la lista más votada a gobernar. Por eso esta vez quedar primero será tan determinante.
Y sí. La partida será PSC - ERC. El propio Maragall ha abonado esta tesis en varias ocasiones. Le hemos oído durante varios meses decir aquello de “esto va del modelo de ciudad del PSC o del modelo de ERC”. Y en el fondo razón no le falta.
Las elecciones del 2023 se jugarán entre un partido que siempre ha soñado con supeditar Barcelona al poder de la Generalitat y otro que siempre ha soñado a lo grande teniendo la ciudad como prioridad. Irán de la Barcelona provinciana o de la Barcelona capital internacional de primer nivel. Irá de pensar en pequeño o pensar en grande. Y todo voto que no vaya a los socialistas, irá directa o indirectamente a incrementar las posibilidades de Ernest Maragall.