Los despotismos actuales necesitan que sus líderes tengan siempre vida pública. Fieles a esta regla, dolorosa para la vista, la imagen estelar de Colau vestida de rojo es portada de su propaganda electoral adelantada. La reparten en el metro y transportes públicos unos ancianos que se prestan a hacer la faena sucia de la alcaldesa. Es un colorido panfleto envasado en formato de revista de corazón y bragueta y relleno de falsedades y sandeces. Sus mentiras son tan largas que hasta se apropian de los méritos de concejalías que no son de su parroquia. Su sandez es tan paranoica, que se inventa una conjura cósmica contra la alcaldesa orquestada por las desalmadas elites empresariales de la ciudad. Como siempre, este despilfarro lo pagará el setenta y cinco por ciento de barceloneses que no la votaron ni la votarán, e irá a dar a las arcas de sus cofradías favoritas.
Pero el culto táctico a la personalidad basado en la omnipresencia de la alcaldesa en la vida y en la vía públicas hace aguas. Se comprobó cuando anunció que viajaba a Turín para ver la final de la Champions de fútbol femenino y que, a su regreso triunfal, Barcelona sería una fiesta. Con Colau en el palco, el Barça, que casi todo lo ganaba, perdió. Como la mala suerte la acompaña, no dijo si iría a ver la final de la Copa de la Reina en el estadio Santo Domingo de Alarcón (Madrid). El Barça ganó y la alcaldesa, repentinamente azulgrana, no organizó ni uno de sus cutres saraos. Mientras, Madrid añadía otra copa a su colección en presencia de su homóloga Isabel Díaz Ayuso. Respecto a Madrid, el libelo distribuido por los yayoflautas habituales ha llegado tarde y no ensalza el nuevo triunfo de la alcaldesa que publica el The Wall Street Journal. Informa de que: “Madrid se está ganando a los turistas”, y especialmente el del segmento del lujo.
Es el sueño húmedo de la alcaldesa gafe. Expulsar al turismo caro de Barcelona porque, según el referente de la prensa capitalista e imperialista, “Madrid tiene muchas de las cosas que se espera de las grandes ciudades europeas”. Y añade: “la capital cuenta con múltiples restaurantes de lujo, muchas capas de historia y grandes galerías de arte y cultura”. El resultado: “Considerada hasta hace poco como segundona frente a Barcelona o el País Vasco, Madrid está emergiendo y empezando a brillar con luz propia, y los datos muestran que está creciendo con fuerza”. Son datos que avalan prestigiosas agencias de viajes. Por el contrario, la prensa rosa adalibana, que va tarde y mal, aún no la ha alabado por alejar a los cruceros de Barcelona y ahora amarran de dos en dos en Tarragona.
Para mayor alegría e ilusión de los abuelitos mensajeros, su Hada Roja les interpreta el papel del coronel Rafael de Casanova en 1714 y los arenga así: “Esto de ser activista va en serio, eh. Necesitamos ser muchas y muchos para defender Barcelona!”. Residencias municipales gratis, no. Explotar a la ancianidad y valerse de las limitaciones propias de la edad, sí. De este modo y con estos métodos tan ruines y tan parecidos a los de la antigua extrema derecha, Colau ha progresado de la falsedad a la inmoralidad.