Más de medio millón de personas en la ciudad de Barcelona utilizan la aplicación SMOU. Una aplicación que permite desde pagar la zona azul hasta reservar una bici o encontrar un punto de recarga eléctrica. En resumen, una aplicación gratuita y sobre todo útil que aspira a ser la gran aplicación de la movilidad metropolitana.

Este pasado viernes se incluía un nuevo apartado en las posibilidades que brinda esta aplicación. Se han añadido 150 garajes con más de  45.000 plazas de aparcamiento. Se trata de un ejemplo más de colaboración público privada con un acuerdo entre el Gremio De Garajes de Barcelona y el Ayuntamiento.

Se trata de utilizar la tecnología para resolver los problemas de los ciudadanos. ¿Cuántas veces circulando por la ciudad no hemos encontrado aparcamiento y hemos dado demasiadas vueltas sin saber dónde aparcar? Ahora, gracias a esta nueva funcionalidad podremos consultar información en tiempo real del nivel de saturación de los garajes, de modo que podremos tomar decisiones sin tener que dar vueltas por la ciudad perdiendo tiempo y paciencia.

Las grandes ciudades necesitan contar con una movilidad conectada e inteligente. Si queremos reducir las emisiones y el tiempo de los trayectos debemos dar pasos en esta dirección. Porque la movilidad no va solo de eliminar coches. Va de ser capaces de encontrar soluciones que nos acerquen cada día más al objetivo de conseguir una movilidad eficiente.

Al final, el trabajo de cualquier gobierno debe ser hacer la vida más fácil a los ciudadanos y ciudadanas. Y la movilidad es uno de esos temas que siempre es complicado de abordar. Especialmente cuando se toman decisiones obviando a parte de la población. Porque está muy bien hablar una y otra vez de quienes podemos coger el transporte público para ir a trabajar, pero no podemos olvidar que hay quienes por su situación personal se ven obligados a coger su transporte privado para desplazarse. Pienso en todos aquellos trabajadores y trabajadoras que tienen que desplazarse a polígonos industriales a los que es casi imposible llegar en transporte público. No podemos olvidar a toda esa gente, ni actuar como si su realidad no existiese.

Tampoco debemos olvidar a toda esa gente que viene de otros municipios a trabajar a nuestra ciudad. Eso sería injusto e irresponsable. Pienso en aquellos que desesperados por los fallos del servicio de Cercanías optan por ir a trabajar en coche o en moto.

La movilidad es un tema que nos afecta a todos y por eso hay que abordarla desde una óptica amplia capaz de dar soluciones a todos. Avances como el del SMOU da precisamente respuesta también a aquellos que se ven empujados a utilizar el vehículo privado.

Obviamente el objetivo debería ser potenciar a su máximo nivel el transporte público, pero mientras lo conseguimos, no podemos mirar hacia otro lado.

Las ciudades no pueden construirse contra nadie, sino a favor de todos. Sobre todo si queremos crear un sistema más eficiente. Tenemos las herramientas para hacerlo posible. Debemos seguir buscando soluciones digitales que nos permitan optimizar los tiempos de los trayectos, evitar congestiones… En resumen, necesitamos seguir avanzando hacia una movilidad eficiente. Antes de eliminar coches, hay que hacer muchas cosas. Podemos y debemos incentivar un uso más eficiente del vehículo privado, reduciendo emisiones y consiguiendo una menor ocupación del espacio público gracias a recorridos más simples y simplificados.

Barcelona tiene la oportunidad de ser una ciudad puntera en movilidad sostenible. No podemos olvidar que somos capital digital del sur de Europa y referentes en innovación tecnológica. Si la ponemos también al servicio de lo público podemos conseguir muchísimas cosas que a día de hoy parecen impensables.

Somos una de las 100 ciudades europeas que aspiran a ser neutras en carbono para el 2030. Y vamos en la buena dirección. Estamos impulsando la red pública de carga de vehículos eléctricos más grande de España. Nos estamos anticipando a la demanda para ser una ciudad tractora en la implantación del vehículo eléctrico. Las bases están bien asentadas. El tránsito de un modelo a otro no se produce por generación espontánea. Pero el cambio requiere tiempo y sentido común.

Mientras todo esto pasa, no podemos olvidarnos de nadie. No podemos dejar a nadie atrás.