Nuevos descubrimientos cambiaron el rumbo de la humanidad: la imprenta, la pólvora y la brújula, y, ahora la corbata… O, mejor dicho, el poder que le ha dado el presidente, Pedro Sánchez, a la acción de quitársela.
Las nuevas formas políticas de algunos gobiernos, ejemplo de ello el del Sr. Sánchez o el de la Sra. Colau, a las que ya nos tienen acostumbrados y aun así nos sorprenden, pretenden hacernos entender sus normas, leyes y decretos injustificables obligados a acatar. Pretenden vaciarnos de razonamiento lógico, sensatez y opinión.
Y a la ocurrencia de la corbata se le ha unido la de oscurecer las ciudades y la prohibición de subir y bajar la temperatura fuera de los grados que ellos han considerado. Lo más sorprendente es la falta de diálogo y de consenso con los más afectados. A todo ello se le suma la falta de coherencia. Se ha de ser muy ignorante y atrevido cuando se pretende imponer una norma en toda España sin tener en cuenta que las temperaturas no son homogéneas en todas las Comunidades Autónomas.
¿Cómo se les ocurre imponer una norma sin tener en cuenta la opinión de los afectados y del resto de grupos parlamentarios? Y eso que presumen de ser de izquierdas y progresistas. Un menosprecio más al comercio, al gremio de la restauración y a los empresarios que han tenido que padecer las dificultades de la pandemia durante dos años. A los que pagan sus impuestos, generan puestos de trabajo y encima se encuentran con un Gobierno que, en vez de facilitar, les dificulta su actividad económica. Y la pregunta es: ¿cómo afectará este apagón a nuestra ciudad?
Barcelona no debe oscurecerse más. La gestión del gobierno de Colau y del PSC contribuye día a día a ensombrecer las posibilidades de nuestra ciudad. La oscurece su suciedad en las calles, con contenedores repletos, plagas de ratas, y una gran falta de limpieza que incluso hace que algunas calles huelan mal. A nuestra ciudad la desluce la permisividad con las conductas incívicas y la sensación de impunidad en la vía pública.
Y el ocaso es su inseguridad, que hace que a plena luz del día se pueda observar venta de droga en pleno Raval, cómo un lavabo público se utiliza de manera improvisada como prostíbulo o cómo se atraca a punta de pistola. De hecho, los robos con violencia se han disparado un 41% durante el primer semestre de este año.
Y cuando lo denunciamos desde Valents en el Ayuntamiento de Barcelona no somos alarmistas, somos realistas. Es muy frustrante ver como el gobierno municipal de Colau minimiza los problemas que afectan en el día a día a nuestros vecinos, que lo único que piden es poder vivir tranquilos en sus barrios. Basta de ser permisivo y tolerante con incívicos, okupas, ladrones y manteros.
En los siete años de este gobierno de continuidad hemos visto, y continuamos viendo, como los vecinos se tienen que organizar para que no les okupen sus viviendas. Algunos, incluso, tienen temor a salir de sus hogares o pasear por algunas calles. No hay nada peor que el miedo producido por la falta de una buena gestión de quien gobierna.
La falta de una gestión eficaz eclipsa nuestra ciudad, lo que hace que se aleje de la ciudad de las oportunidades que debería ser, que no sea la primera en la lista de las futuras inversiones y de las mejores ciudades en calidad de vida.
Barcelona necesita seguridad, trabajo y libertad. Sin estos tres pilares no se garantiza el bienestar de las personas. Eso sí, hay algo positivo, muy positivo: todo esto puede y debe cambiar en unos meses, en mayo de 2023.
Desde Valents estamos preparados para ejecutar las medidas específicas en cada sector que contribuyan a reconstruirla, y que nuestra ciudad sea la ciudad de las oportunidades para los que viven y nos visitan. Lo demostramos día a día con nuestras propuestas en cada área, y lo reflejaremos en nuestro programa.
El cambio es posible con conocimientos específicos, trabajo e ilusión. Y con lo más importante: el compromiso de no abandonar nunca a todos los que nos den su confianza en las elecciones de mayo de 2023.