Hay cosas que me asombran, de verdad. Una de ellas, la propaganda institucional.

La Generalitat de Catalunya hace una campaña para que las mujeres enseñen la teta en la playa, porque enseñar la teta es "empoderamiento" y tal y cual, Pascual. Si los hombres van por la vida enseñando los pezones, ¿por qué no las mujeres? En todo el anuncio no se ve una teta. Se ven, eso sí, niñas "sexualizadas" por llevar la parte superior del traje de baño. La cámara se recrea morbosamente en ese detalle. Pero ¿tetas? Ni una. ¿Por qué? Porque si se ve una teta, las "personas sensibles" se ofenderán.

La mojigatería es cada día más asfixiante.

Otro anuncio también de la Generalitat de Catalunya nos intenta convencer de lo bueno que es comenzar las clases unos días antes. Así, un varón adolescente y una mujer adolescente podrán verse antes y recrearse en sus primeros amores, etcétera. Muy sutil.

Pero ¿saben lo mejor? La música de fondo de todos los anuncios de la campaña de Educación es el Dies Irae del Réquiem de Mozart. "¡Cuánto terror habrá en el futúro cuando el juez venga a juzgarnos a todos con rigor!", dice la letra. Muy propio para alegrar el inicio de curso, aunque el Lacrimosa hubiera sido más propio, ya que comenzar las clases unos días antes se entiende que es un funeral, a tenor de la banda sonora.

Lo de "cuando el juez venga a juzgarnos a todos con rigor" viene al pelo para preguntar cuánto nos habrán costado estas campañas de propaganda o para qué han servido, aunque la pregunta que me corroe por dentro y que quisiera que alguien pudiera responder es por quiénes han supervisado y aprobado esta propaganda, porque se han lucido.

Uno propuso la idea; otro la aprobó; otro organizó el concurso; alguien otorgó el contrato a unos creativos que hicieron un trabajo regulín regulán; pero alguien supervisaría su trabajo, ¿no?; al final, alguien dio el visto bueno y ordenó su difusión. Tantas personas implicadas y ¿nadie se dio cuenta de… ¡de eso!? ¿Tenían miedo de decir la verdad o les pareció estupendo? Ambas opciones son igualmente preocupantes.

Esto no es nada si se compara con otras decisiones de verdad importantes, que se toman con la misma ineptitud. Hablo de las instituciones públicas catalanas, entre las que incluyo, faltaría más, diputaciones y ayuntamientos. ¿De las españolas? Pues no diré que no, pero yo vivo en Barcelona y tengo que soportar la tontería de los que aquí nos mandan.

Hace un año, el señor Puigneró se quejaba de los peajes en las autopistas, que eran un robo y un escarnio y todo eso. Los quitaron. Estaba previsto y avisado de antemano que los iban a quitar. Día sí, día también, se monta un pollo en las autopistas, puertas de entrada y salida de Barcelona, porque el señor Puigneró no previno nada al respecto. Nada. Es que ni se le ocurrió. Tampoco presionó el Ayuntamiento de Barcelona para prevenir la que nos podría caer encima. Ahora, el conseller echa las pelotas fuera y pide que vuelvan los peajes.

Ése es el nivel.

Sin abandonar el asunto de la movilidad, las superilles estarán bien o mal, no me meto, pero si, como parece, se congestionarán las vías paralelas, ¿qué tienen pensado hacer nuestros ilustres munícipes? Añado que tampoco me llegan ideas sensatas de la oposición sobre este asunto.

También podríamos hablar de la adaptación de la ciudad al vehículo eléctrico, que implica una seria inversión en infraestructuras a medio y largo plazo. Ya tendría que haber comenzado. Pero… nada. Ya puestos, ¿cómo tienen pensado conseguir un transporte público excelente? No sólo dentro de Barcelona, sino entre Barcelona y sus alrededores, comunicaciones hoy muy dependientes del automóvil. Mutis por el foro, nadie dice nada. Improvisaremos.

De los experimentos fallidos en el área de la 'sostenibilidad' hablaremos otro día, porque no se sostiene ni la recogida "porta a porta" ni la compañía eléctrica municipal, por citar dos casos, que hay más. Pero las alternativas de la oposición son decepcionantes. También merecería muchas lineas el maltrato del patrimonio urbano y social, la promoción de la cultura y un largo etcétera de desmanes.

Sólo cuando el asunto aprieta muchísimo, sacan la propaganda a la calle, unos y otros, los que mandan y los que quieren mandar, y llenan el aire de palabras huecas de significado, de ruido y tontería, que nada tienen que ver con el asunto.

Lo dicho: Lacrimosa dies illa / qua resurget ex favilla / judicandus homo reus / lacrimosa dies illa.