Todo el mundo se llena la boca hablando de la importancia de la cultura, pero no todos son capaces de hacer mucho más que eso. Apostar por la cultura debe demostrarse con hechos. No basta con proclamas vacías cargadas de supuestas buenas intenciones. Obras son amores y no buenas razones como decía aquél.
El pasado viernes en Barcelona precisamente se iniciaron las obras de la nueva biblioteca pública del Estado en Barcelona. Y eso es buena noticia. No sólo por la dimensión del espacio, que también, sino porque se avanza en la democratización de la cultura de verdad. Se habilita un nuevo espacio con acceso para todos y todas. Y eso es de lo más importante. Acercar la cultura a todos los ciudadanos y ciudadanas con independencia de su nivel adquisitivo.
Pocos espacios son más democratizadores que las bibliotecas públicas. Las bibliotecas actúan como embajadoras de la cultura universal a los barrios de la ciudad.
Y afortunadamente Barcelona cuenta con un buen número de ellas. Apenas hace un cuarto de siglo teníamos 18 bibliotecas públicas en la ciudad y hace unos meses se inauguraba la número 40 de la red en Sant Martí.
La gran trasformación de la ciudad en estos últimos años ha tenido presente la cultura, pero no podemos obviar que con este nuevo equipamiento del Estado damos un salto de gigante. La gran biblioteca pública del Estado es una reivindicación que se llevaba esperando muchos años. De hecho, de este proyecto se lleva hablando desde 1989. El entonces ministro Semprún ya apuntó la necesidad de construir una biblioteca pública del Estado en Barcelona. En el año 2010 se licitó, pero la falta de diálogo entre las tres administraciones que debían ponerse de acuerdo hizo que el inicio de las obras se eternizase.
Ahora, con Miquel Iceta al frente del Ministerio de Cultura y tras la insistencia durante años del teniente alcalde Jaume Collboni, el proyecto se ha desencallado y Barcelona contará por fin con una gran biblioteca estatal de 16.000 metros cuadrados.
Jorge Luis Borges decía que se imaginaba el paraíso como una gran biblioteca. En Barcelona contaremos con nuestro particular paraíso gracias a la inversión del Estado. Inversión por cierto nada desdeñable. Es la biblioteca más importante hecha por el estado en 125 años, únicamente comparable con la Biblioteca Nacional de Madrid. Se destinará un presupuesto de 55 millones de euros y se estiman 1,5 millones de usuarios potenciales.
Este es un ejemplo más de cómo el Gobierno de España apuesta por Barcelona. En materia cultural no podemos olvidar la Co-Capitalidad Cultural y Científica que ostentamos. Ahora vemos una nueva apuesta por nuestra ciudad. Y es que cuando las administraciones son capaces de dialogar suceden estas cosas. La situación en la que el sectarismo nos ha situado durante años no ha hecho más que perjudicarnos a todos. La colaboración dentro de un país debería ser la tónica habitual. Ojalá todos entiendan de una vez que esto de la política va de mejorar la vida a los ciudadanos.
Porque todavía es mucho el trabajo que queda por hacer. Tanto en la resolución de lo urgente como en la consecución de lo importante. Y parte importante es dar precisamente difusión a la cultura. Con personas más formadas, más cultas, conseguiremos sociedades más libres. De hecho, esa es una de las metas que siempre me han movido. Este es el motivo por el que, ya en la universidad, decidí dedicarme al debate. Porque el pensamiento crítico, la confrontación argumental, la lectura, escribir…abre la mente.
Hoy podemos decir que los barceloneses y barcelonesas ganaremos un gran equipamiento moderno y del siglo XXI que se convertirá en un verdadero polo de conocimiento. Ojalá en un futuro podamos decir que todo esto ha servido de algún modo para expulsar al sectarismo de nuestra ciudad. De nuestra tierra.