Nunca había quedado tan descaradamente claro como ahora que la fiesta nacional del 11 de septiembre es monopolio de los que se han quedado con el tarro de las esencias, esos catalanes auténticos representados únicamente por los secesionistas. A cada vuelta de tuerca el sectarismo se agudiza un poco más y expulsa a quienes no comulgan con los sumos sacerdotes que en cada momento controlan la tribu.
Primero fueron los llamados unionistas, o sencillamente constitucionalistas. Después, los no soberanistas. Y ahora la purga afecta a los mismos independentistas y señala a quienes defienden el mismo objetivo separatista, pero con estrategias diferentes al enfrentamiento cerril sin otro final posible que la derrota y la frustración.
La inflexibilidad que llevó al conjunto del nacionalismo al fracaso de 2017 es la misma que empuja ahora a los catalanes auténticos de la Assemblea Nacional Catalana, y también de Òmnium Cultural, a lanzarse contra el muro de la realidad. La televisión pública y la mayor parte de los medios catalanes llevan días calentando motores de cara al domingo próximo, aunque la Diada no ocupa ni un ápice de las preocupaciones de los ciudadanos, pendientes de asuntos tan terrenales como el bolsillo y las temperaturas.
Los manifestantes invadirán Barcelona, tanto si son muchos como si son menos porque los efectos sobre los barceloneses serán los de una invasión: verán perturbada su vida cotidiana por las medidas de seguridad y de movilidad, especialmente en el caso de quienes viven en las zonas cercanas a la fachada marítima por donde discurrirá la manifestación.
El ciudadano medio se debe sentir tan ajeno al evento que, cuando vea a TV3 jaleando a los organizadores, solo pensará en cómo sortearlo. Esta Diada lleva camino de convertirse en algo así como el Día de San José Obrero, fiesta con la que la dictadura diluyó una jornada de reivindicación del Primero de Mayo para transformarla en la celebración religiosa de los bailes regionales, los coros, las danzas y las multitudinarias demostraciones gimnásticas.