Jaume Collboni ya es candidato. La Festa de la Rosa, el principal acto de los socialistas catalanes, le encumbró con la aprobación de toda la plana mayor del PSC y el poder metropolitano allí presente. También, el núcleo duro del PSOE le dio su apoyo. Santos Cerdán, secretario de Organización, y Paco Salazar, secretario de Planificación Estratégica, el núcleo duro de Moncloa, acudieron a la Festa de la Rosa para cerrar filas con Jaume Collboni. No es para menos. Las municipales se antojan complicadas para el PSOE, sobre todo por la imagen. Los socialistas no gobernarán salvo sorpresas ni Madrid, ni Valencia, salvo sorpresas, ni Málaga, difícil mantener Sevilla, ni Bilbao. Es decir, ninguna gran ciudad podrá pasar a manos del PSOE para lucirla. No le irán mal los comicios en números absolutos, pero sí en el imaginario popular que puede quedar con la foto de que el PP ha ganado.
Para paliar estos efectos, el PSOE cuenta con el PSC, porque la victoria socialista en las municipales del 23 puede hablar catalán. El sueño húmedo de los socialistas es recuperar las cuatro capitales catalanas. Lleida y Tarragona tienen muchos números, Girona menos pero todo está abierto, y Barcelona, la joya de la corona, con un tablero muy movido. Es un sueño, pero los números no dicen que no pueda ser realidad. Jaume Collboni representa las esperanzas del PSC y del PSOE. Se ha ganado el respeto de la sociedad civil y su perfil nos dice que es el único que puede afrontar el futuro porque tiene un proyecto de ciudad. Todo es discutible, pero lo tiene.
Frente a él los candidatos mejor posicionados no parecen representar ninguna nueva etapa. Ernest Maragall y Xavier Trías, con sus luces y sus sombras, son el pasado ninguna duda. Sus partidos los mantienen porque no tienen nada mejor que presentar y tiran de experiencia y de nombre y apellidos. Poco más, ambos son la vieja Gran Barcelona, pero poco tienen que aportar para el mañana y el pasado mañana.
Ada Colau es el más de lo mismo, es dejar a Barcelona caer por el camino de la decadencia. Ya no aporta y por eso trata de apropiarse de todos los éxitos. Quiere ser la reina de la fiesta en todos los temas, la única manera de tener encendida la luz de la esperanza y que su electorado no le dé la espalda. Superar el hastío que causa es su único objetivo. Para ganar o para seguir en el gobierno si se pierde. Eso es lo que espera, sentado y sin mover un dedo, Ernest Maragall.
En la derecha no nacionalista, de momento, el desierto. El PP sigue buscando candidato y los que lo tienen, VOX y Valents, pelean voto a voto para intentar siquiera poder entrar en el consistorio. Hoy por hoy están fuera, como lo está la CUP. Las disensiones en la amalgama antisistema independentista pueden fragmentarla y dejarla fuera definitivamente del pleno en el que lleva muchas encuestas sin entrar.
“Barcelona iniciará una nueva etapa con un alcalde socialista, recuperando el orgullo, la ilusión, los proyectos transformadores y la Barcelona del sí”, dijo Collboni en la Pineda de Gavà. No es baladí el final de la frase: la Barcelona del sí, el común denominador de la oposición mayoritaria a que Colau siga al frente de la alcaldía. Collboni levanta la bandera del sí, mientras que Colau es la poseedora de la Barcelona del no. Una clara toma de posición del líder socialista, que quiere liderar la Nueva Etapa y ser la referencia de todos aquellos, voto transversal donde lo haya, que quieren un cambio en la vara de mando. Y puede ser esta referencia porque es el único que ha tenido voluntad de diálogo en el equipo de Gobierno. Mientras Collboni mantenía las puertas abiertas, Colau cerraba hasta las ventanas. El socialista ha sido leal con el gobierno de coalición pero ha marcado su impronta y desde hace un año marca las líneas rojas y enseña los dientes. La pasada semana presentó su tarjeta de visita: represento la nueva etapa para la Barcelona del Sí. El mensaje es claro y dibuja a Collboni como el cambio. Y ha empezado pisando fuerte. Ante los incidentes de la Mercè pidió no minimizar los hechos.
Cierto que las fiestas fueron un éxito pero no se puede señalar a la juerga y a la bebida los incidentes porque estaban perfectamente organizados, y pasar de puntillas ante asesinatos y peleas. Es de agradecer que alguien en el consistorio no esconda la cabeza bajo el ala. Y, la segunda, la enmienda a la Ley de Enjuiciamiento Criminal para poner coto en 48 horas a las okupaciones que ha presentado el PSOE. Parece que el cambio ya tiene rostro.