Han pasado ya varios días desde que un grupo de vándalos la emprendió con todo lo que se movía en la calle Creu Coberta. La charcutería La Muntanya abierta desde hace 56 años fue el principal objetivo. La pregunta es: ¿eran un grupo de borrachos desfasados, o era un grupo organizado?

A tenor de lo sucedido ambos coincidieron. Los organizados necesitaban de los trogloditas que confunden diversión con beber a destajo y apuntarse a todos los desmanes. Las grabaciones que tiene la policía indican que los que iniciaron el ataque estaban perfectamente organizados. Algunos bastante bisoños e incompetentes, todo hay que decirlo, porque quedaron retratados en las cámaras de seguridad del establecimiento. Los Mossos ya han procedido a detenciones e identificaciones y han abierto una investigación de robo con violencia. Nada de salvajismo o vandalismo al que se aferra el seguro para evitar pagar un duro. De cobrar cuotas saben mucho, de pagarlas también, pero se aferran a cualquier detalle para no hacerlo.

Que los tipejos en cuestión iban a robar está claro. Fueron directos a la caja y se llevaron alguna máquina más pensando que en su cajón habría dinero. Su sorpresa sería encontrar los rollos de papel que la alimentan. Vamos, totalmente ineptos. Luego los trogloditas se llevaron los jamones, algunos de los cuales recalaron en la discoteca latina que está situada al lado del establecimiento. Como buenos vecinos los de la discoteca, seguratas incluidos, se llevaron los jamones pero no los han devuelto. Será curioso saber cómo lo explican porque las grabaciones no dejan lugar a dudas. ¿Fueron a robar? Seguro, porque si no, no hubieran entrado en la trastienda que siempre está repleta de jamones. No entraron allí. Si había dinero estaba en el mostrador y si querían entretener a los extras que se sumaron al grupo organizado había jamones y embutidos para aburrir en el mostrador.

Las cicatrices de la orgía de destrucción todavía se pueden ver a simple vista. El distrito se ha portado como debía y ha colocado un armazón en el escaparate roto para que puedan seguir con el trabajo cotidiano. La Muntanya es una empresa familiar. La conozco bien porque estudié en el Ateneo Montserrat, a escasas dos manzanas, y viví durante un tiempo en el barrio, amén de que paseando con mis padres siempre era casi una parada obligada para comprar embutidos de todo tipo.

Espero que la investigación culmine rápido. Para que los energúmenos tengan que pagar los destrozos, --sería muy saludable para disuadir de futuras orgías paganas de destrucción a elementos similares--, para que los de la discoteca expliquen su papel y para que el seguro asuma sus obligaciones y no se refugie en el manto del vandalismo que el consistorio pareció avalar en los primeros momentos. La investigación de los Mossos d’Esquadra es por robo con violencia. Deja pocas dudas.

Mientras esto ocurre Tomás, el propietario, Miguel, Luís y Joaquim, con el resto de sus compañeros, se han esforzado en volver a la normalidad. Curran cada día y se ganan el pan con el sudor de su frente. Lo han pasado mal y esperan que el mal sueño acabe pronto. La policía no intervino y los dejó al pairo pero el consistorio se puso las pilas. El distrito ha estado a la altura y les instaló un parapeto para no dejarlos a la intemperie. También Jaume Collboni que los visitó y mantuvo una entrevista con ellos. Al salir, el líder del PSC estuvo claro: no hay que minimizar este tipo de actos. Y tiene toda la razón, porque no son borrachos desmadrados, o no solo, había una organización detrás, sin olvidar a los aprovechados profesionales.