Pueden pasar cosas, siempre, en el último instante. Pero Jaume Collboni ya es el candidato casi oficial del PSC a la alcaldía de Barcelona. Ha presentado 600 avales, muchos más de los necesarios, para optar a las elecciones primarias. Y, como no hay más candidatos, será proclamado como alcaldable el próximo 5 de noviembre por parte del consejo nacional del PSC. Comienza, por tanto, una larga campaña electoral en la que todos los ojos están puestos en su candidatura, porque lo que suceda en Barcelona será determinante en la propia ciudad, en la política catalana y también en la política española. Toda la presión la tendrá ahora Jaume Collboni, y si quiere ser alcalde, la deberá asumir.
Los socialistas se encuentran en un buen momento, pero también es delicado, porque exige jugar con inteligencia y frialdad. En Barcelona Collboni ha cogobernado con los comunes de Ada Colau. Se trata de una relación invertida y distinta. Pensemos en los gobiernos de alcaldes socialistas que contaban con el apoyo imprescindible de los ecosocialistas de ICV –antes PSUC--, constituyendo un modelo de ciudad que ahora se añora. Pero los socialistas han sido los segundos de ese gobierno municipal de Colau, y los comunes no son ICV, aunque puedan contar con algunos dirigentes que proceden de aquellas siglas. Los comunes obedecen a otra lógica, en gran medida porque sus principales alfiles fueron activistas, con poco conocimiento de las instituciones, empezando por la propia Colau.
Con la máxima de que no había otra alternativa, Collboni ha asumido muchas de las políticas de los comunes, y ha buscado diferenciarse en la recta final, antes de las elecciones. Tiene razón Collboni en una cuestión y es que los socialistas no podían romper ese gobierno, cuando defienden que en la política debe primar la responsabilidad. No sería coherente, cuando Salvador Illa, al mismo tiempo, critica que ERC gobierne en solitario, de forma muy precaria, después de la ruptura del Govern y de la salida de los consejeros de JxCat.
Pero ahora llega la hora de la verdad. ¿Puede ganar Collboni en Barcelona con holgura, para que nadie le discuta la alcaldía? ¿Y con qué programa y con qué políticas distintas a los comunes? Diferencias hay. El modelo de los socialistas en Barcelona se conoce de sobras. La colaboración público-privada ha sido una seña de identitad, la que permitió la transformación de la ciudad con los Juegos Olímpicos. Y la que se desea para ofrecer nuevos espacios a la ciudadanía, como la montaña de Montjuïc, que debe ser un gran espacio dedicado a la cultura y al ocio, un gran centro que precisa de una enorme mejora en el urbanismo y el transporte.
Y es determinante porque se juega un nuevo equilibrio de fuerzas en la política catalana. Collboni presume de mantener una gran relación con Xavier Trias, que será el candidato de JxCat. Pero, ¿está todo el partido de JxCat dispuesto a esa alianza? ¿Puede ERC ofrecer su apoyo al PSC en Barcelona, cuando sabe que el PSC será su gran adversario en las elecciones al Parlament?
El otro interés se centra en el PSOE. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, necesita la plaza de Barcelona para encarar un proceso electoral complicado. Con buena parte del poder autonómico en manos del PP –Andalucía, Galicia o Madrid—y con las grandes capitales de provincia con alcaldes populares, la recuperación de Barcelona sería una gran palanca para Sánchez y para el PSC de cara a esas elecciones catalanas que serán inminentes después de las municipales.
Todo va a depender de cómo se mueva ahora Collboni. Tiene al partido detrás, pese a los rumores de todo tipo que se han producido en los últimos meses. Sánchez, que quería un candidato con más gancho, sabe que no puede forzar la máquina con el PSC. Salvador Illa quiere colaborar intensamente con el PSOE, pero también desea mantener la autonomía del PSC para poder gobernar en Cataluña. “Los alcaldes del PSC se deciden en Barcelona”, ha sido la frase que se ha pronunciado con más fuerza en la sede de los socialistas catalanes, en la calle Pallars.
Está todo dispuesto. También muchos electores que se pueden decantar por un candidato que garantice un cambio y una mejora real, aunque no sea su alcaldable natural. Es Collboni, con sus virtudes y sus defectos, quien debe ahora dar el paso. A partir del 5 de noviembre habrá un candidato oficial: Jaume Collboni, con un primer secretario del PSC detrás, Salvador Illa, y con un presidente socialista en la Moncloa, Pedro Sánchez. Llega el momento decisivo.