Me acabo de enterar de que existe una entelequia que responde al pomposo nombre de Acuerdo Social por la Amnistía y la Autodeterminación. Deduzco que es la típica iniciativa lazi para seguir dando la chapa con los temas de siempre, pero me sorprende (o no) que se monte un pleno en el Ayuntamiento de Barcelona para abordar el asunto y ver qué hace al respecto nuestra querida institución municipal. Yo diría que, en principio, el tema a tratar se sale de las competencias de cualquier ayuntamiento, pero como ya estoy acostumbrado a que desde esos entes se condene el hambre en el tercer mundo, se lamente el regreso del fascismo al poder en Italia o, en definitiva, se trate cualquier tema que no viene a cuento en un sitio tan pragmático como un ayuntamiento, pues tampoco me sorprende demasiado.

Se trataba de suscribir, o no, el citado Acuerdo Social por la Amnistía y la Autodeterminación. Los partidos indepes votaron a favor de que el Ayuntamiento de Barcelona secundara la moción. Los partidos no indepes se manifestaron en contra. ¿Y qué hicieron los comunes, en su peculiar condición de partido que está a favor y en contra de la autodeterminación al mismo tiempo? Pues sumarse a los indepes, consiguiendo así meter al ayuntamiento de nuestra ciudad en el Acuerdo Social de marras. Una decisión que tampoco depara muchas sorpresas, ya que en los comunes abundan los políticos comprensivos con el lazismo, y algunos de sus representantes son capaces de compaginar un soberanismo no muy disimulado con su supuesta militancia en la extrema izquierda (Jaume Asens es un ejemplo paradigmático: no hay que ver como se está dejando los cuernos en el Congreso para que se reforme el delito de sedición, ya que hasta él se ha dado cuenta de que no se va a anular, que sería lo que le haría ilusión).

La actitud de Ada Colau ante el independentismo siempre se ha movido entre lo confuso y lo proclive. Recordemos que hace años, cuando el primer referéndum de autodeterminación, el que montó Artur Mas, ese hombre tan astuto, Ada se manifestó contraria a la independencia del terruño, pero luego fue a votar a favor de ella. Desde entonces, no ha parado de tener gestos de empatía, apoyo y comprensión hacia los lazis, pero uno se pregunta por qué, dado que nunca ha conseguido que estos dejen de tenerle manía y de considerarla una españolaza de tomo y lomo. Ajena a los constantes desplantes y groserías del lazismo, Ada ha reincidido de manera contumaz en hacerse la simpática y la comprensiva con los procesistas sin obtener de éstos, a cambio, absolutamente nada. Ahora les ha echado una manita con lo de involucrar a nuestro querido ayuntamiento en su última entelequia, pero yo no he escuchado ni una palabra de agradecimiento por parte de Junts, ERC, la CUP o la ANC.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, preside una sesión plenaria en el Ayuntamiento de Barcelona / EUROPA PRESS - David Zorrakino

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, preside una sesión plenaria en el Ayuntamiento de Barcelona / EUROPA PRESS - David Zorrakino

Cabe la posibilidad de que Ada haya visto que se acercan las elecciones municipales y que su sillón peligra. En ese sentido, se entendería su posición por la perspectiva de que el lazismo la ayudara a conservar dicho sillón. Pero también se entendería la contraria, que votara contra ese peasso de Acuerdo Social por la Amnistía y la Autodeterminación para congraciarse con un PSC que cada día crece en las encuestas. Por lo que tengo observado, el criterio de Colau en esta clase de situaciones es siempre el mismo: en caso de duda, toma partido por los indepes, aunque te sigan escupiendo metafóricamente. Desde que la mal llamada nueva izquierda descubrió la cuadratura del círculo (incluir a los nacionalistas entre las fuerzas supuestamente progresistas: que Santa Bárbara les conserve la vista), comunes y podemitas han seguido a rajatabla lo de que, en caso de duda, hay que optar siempre por los indepes. Y si creen que con ellos están un poco más cerca de la tercera república, es que son aún más lelos de lo que aparentan (que ya es bastante): ¿cómo te va a ayudar a instaurar una república española quien aspira a una república catalana?

El último favor de Ada a los procesistas no coge por sorpresa a nadie, pero forma parte de una estrategia que, francamente, escapa a mi comprensión: la seguirán odiando igual que hasta ahora y habrá traicionado una vez más los valores de la izquierda a la que cree pertenecer. En fin, todo sea por combatir al régimen del 78 y acabar con esa continuación del franquismo que es la democracia española, ¿verdad?