El pasado sábado tuvo lugar la proclamación de Jaume Collboni como candidato de los socialistas para Barcelona. Una noticia conocida por todos pero que necesitaba oficializarse para atajar al cien por cien los rumores que durante meses se han sucedido por más que desde el partido de los socialistas catalanes se han negado repetidamente. 

Finalmente, la proclamación sucedió y generó una imagen propia de quien está en disposición, según todas las encuestas, de disputar la victoria a los independentistas de ERC y a la actual alcaldesa Colau

Durante el acto, el PSC exhibió músculo. La afluencia fue notable y la presentación dejó entrever la relación del partido con la sociedad civil mientras Salvador Illa ejercía de maestro de ceremonias. Las teloneras de Jaume fueron una enfermera y una comerciante que pusieron en valor el trabajo hecho por el actual teniente de alcaldía. Toda una declaración de intenciones del proyecto de Collboni para Barcelona. 

Pero más importante incluso que todo esto fue que la presentación de Collboni como candidato tuvo contenido. Y esto es importante. Lo es en sí mismo, pero adquiere especial relevancia cuando uno compara la presentación del candidato socialista, con la presentación de Maragall, candidato de ERC. 

En la presentación del candidato republicano simplemente se abundó en el resentimiento por no haber conseguido la alcaldía en 2019. Nada de contenido político. Nada de programa. Nada reseñable. Y es que el proyecto de ERC para Barcelona parece no tener sustrato más allá de la mera consecución de la alcaldía para resarcir el agravio del 19. 

Esta actitud no es nueva ni debe sorprendernos. Los republicanos llevan años obsesionados con un único tema que les hace olvidarse de todo lo demás. Todo lo que no sea conseguir el poder para acercarse supuestamente a la independencia no les interesa. Lo vimos en la visita del President Aragonés a Bruselas en la que no habló de nada más que del supuesto “catalan gate” y lo estamos viendo con la irresponsabilidad con la que están tratando la negociación para conseguir cerrar el presupuesto de la Generalitat. Un presupuesto, por cierto, que nos permitiría contar con más de 3.000 millones extra consignados por el Gobierno de España y que se perderán si no se cierran presupuestos en los próximos meses. 

Y eso es relevante para Cataluña y para Barcelona. La incapacidad de ERC para actuar como partido de gobierno serio hace que los catalanes perdamos oportunidades y recursos. Y si llegaran a gobernar Barcelona, la situación sería exactamente la misma. La supeditación total del Ayuntamiento a los intereses de la Generalitat. Lo vimos en la negociación pasada de presupuestos de la ciudad y lo vemos plasmado en la incapacidad de su candidato de plasmar proyectos concretos para Barcelona. 

La presentación de Collboni dejó claro, sin embargo, que el modelo socialista sí tiene proyectos concretos para la ciudad y preocupaciones claras. Han sido muchas las veces en que Collboni ha mostrado su preocupación por mejorar la seguridad en la ciudad, o en las que ha trasladado propuestas concretas para mejorar la limpieza o incidir en el civismo. Y volvió a poner énfasis en estos temas en su proclamación.

Son muchos años ya de lucha municipal y en la presentación de su candidatura demostró estar listo para gobernar. Demostró ganas y solvencia para hacerlo. 

Hoy parte como uno de los favoritos en las encuestas. La tendencia es positiva y el viento de cola que lleva le da opciones de convertirse en alcalde de la ciudad. Ahora será necesario ver cómo evolucionan el resto de fuerzas y qué sucede los próximos meses. 

Por el momento, el “tret de sortida” ha dejado claro que hay proyecto, hay músculo y hay ambición de gobernar.