Puede que Ada Colau nos esté dejando la ciudad hecha un cromo, pero no se le puede negar una sincera preocupación por la manera en que nos expresamos los barceloneses, que, al parecer, no es lo suficientemente correcta y exige cambios en su aplicación. Quien se tome la molestia de entrar en la web del ayuntamiento se encontrará con una bonita y necesaria Guía de comunicación con perspectiva intercultural cuyo estricto seguimiento lo convertirá en una persona mejor y más progresista de lo que ya es. Evidentemente, no faltarán los fachas y los resentidos que se tomen a pitorreo este nuevo manual de urbanidad municipal, pero si lo seguimos al pie de la letra…Bueno, no sé si nos servirá de gran cosa, pero seguro que, eso sí, tardamos mucho más en explicar las cosas a nuestros semejantes.

Para empezar, según Ada, hay que dejar de utilizar el término terrorismo islámico, pues tiene connotaciones racistas, motivo por el que hay que decir extremismo violento, término tan amplio y vago que impide enterarse de quién ha puesto el bombazo de turno (aprovecho la ocasión para recordarle a Ada una frase al respecto del difunto Christopher Hitchens: “No todos los islamistas son terroristas, pero casi todos los terroristas son islamistas”). Tampoco hay que decir raza gitana, sino pueblo gitano (no capto muy bien la diferencia entre uno y otro término, pero debe ser porque me he levantado algo obtuso). Y nada de informar a la familia de que te vas a acercar al paki a por cervezas, ya que ese término tiene un origen racista (en Gran Bretaña, pero no aquí, donde la gente lo utiliza para distinguir el establecimiento de turno de un colmado o un supermercado, términos que deben usarse, según Ada, para no incurrir en el racismo, aunque nunca lo hubieses pretendido). Tampoco puedes referirte al paki (uy, perdón, el colmado en general) como el badulaque, término adoptado por la población a partir del establecimiento que regenta el bueno de Apu en Los Simpson, pues parece que también es ofensivo (cuando solo es erróneo, ya que un badulaque ha sido toda la vida un bobo o un merluzo).

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, en un compromiso oficial reciente / EP

Ni se te ocurra llamar inmigrante al inmigrante, que es en realidad una persona migrada. No existe la figura del inmigrante ilegal porque, como reza la moralina municipal, ninguna persona es ilegal, así que deberás usar la expresión persona en situación administrativa irregular. De la misma manera, persona de color (que ya es un eufemismo para negro) debe sustituirse por otro eufemismo, persona racializada o afrodescendiente. Y nada de llamar moro a nadie, pues parece que moro, como en Norteamérica nigger, solo puede ser utilizado por los propios moros (perdón, por los ciudadanos magrebíes). Y así sucesivamente, hasta conseguir que nos expresemos con frases tan sensibles como Voy al colmado de la esquina regentado por personas migradas racializadas a comprar unas cervezas o Se ha producido un atentado a cargo de unos extremistas violentos o Me han robado el reloj dos distinguidos miembros de la raza gitana o Voy a comprarle una china al simpático camello magrebí en situación administrativa irregular.

LO QUE NOS CONVIENE

Soy consciente de que una gran mayoría de barceloneses seguirán hablando como les salga de las narices, pero eso no quita para que los comunes hayan vuelto a demostrar que siempre saben mejor que nosotros lo que nos conviene. Y como no les basta con afear la ciudad a conciencia, hacerles la vida imposible a los coches y las furgonetas de reparto, crear zonas peatonales para que se colapsen las vías por las que aún se puede circular en vehículos con ruedas y potenciar el uso de patinetes y skates por las aceras, ahora han optado por decirnos cómo tenemos que hablar, dando por sentado que somos todos unos racistas plenamente conscientes de que términos como paki o moro son insultantes. Y unos islamófobos, dada nuestra costumbre de llamar terrorismo islámico a lo que solo es extremismo violento (como si fuese lo mismo atropellar a gente por la Rambla que hacer el ganso después de un partido del Barça o quemar cuatro contenedores). Primero te ponen la ciudad patas arriba. Luego te dicen cómo tienes que hablar. Me pregunto qué será lo próximo.