La ampliación del Aeropuerto de Barcelona es una cuestión de modelo de ciudad. No se trata de un tema más. Se trata de un tema que va mucho más allá del sí o no a la ampliación. Se trata de una decisión que incide directamente en el tipo de ciudad que queremos ser. Una ciudad abierta o una ciudad cerrada. Una ciudad que crece o una ciudad que retrocede. Una ciudad que mira hacia adelante o una ciudad que se queda anclada en el pasado.
El debate sobre el aeropuerto va mucho más allá de más vuelos sí o más vuelos no. No va tan siquiera del falso debate entre ecologistas y destructores de ecosistemas. Porque la tecnología disponible y, sobretodo, la venidera hacen que ese debate quede cada día más obsoleto. El verdadero debate es el del papel que queremos jugar en el mundo que nos rodea.
Particularmente, y ya lo he comentado en múltiples ocasiones, tengo clarísimo que una ciudad como Barcelona necesita un aeropuerto con mejor y mayor conectividad. Pero lo necesita Barcelona, y Hospitalet, y Cornellá, y Badalona… Lo necesita Cataluña en su conjunto.
Y para conseguirlo es necesario hacer algo más que gesticular y levantar la voz. Que está bien posicionarse, pero para hacer que las cosas pasen hay que ponerse manos a la obra. Por eso considero que es tan importante que figuras relevantes del gobierno municipal se pongan a trabajar en este asunto con discreción. Y eso mismo es lo que ha hecho el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, al firmar un acuerdo con el director de Aeroports Públics de Catalunya y el Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas (CDRA) para aumentar los vuelos intercontinentales de Barcelona, especialmente los de Japón y la India.
Porque el verdadero objetivo de la ampliación del aeropuerto es ser capaces de estar más y mejor conectados con lugares que nos permitan seguir creciendo. Siendo muy conscientes de que sin crecimiento es imposible repartir riqueza. Porque primero hay que generar para luego repartir.
Incrementar la capacidad del actual aeropuerto nada tiene que ver con más turismo como algunos tratan de hacer ver. El aeropuerto del turismo es el actual. El que plantea la ampliación es aquel que se abre al sudeste asiático. El que quiere ser útil para recibir inversiones que acaben redundando en los barrios de nuestra ciudad. Eso es lo que acaba sucediendo cuando las cosas se hacen bien.
Y para ejemplo nada mejor que la tasa turística. Tasa que ha servido para financiar muchas de las cosas que se han hecho en nuestros barrios este último año. Tasa que ha permitido que el turismo sea todavía más beneficioso para la ciudad de lo que ya era.
Barcelona tiene la oportunidad de abrirse todavía más al mundo y de convertirse en un punto clave de conexión con Asia. Lugar del mundo que no deja de crecer y que parece tener especial predilección por nuestra ciudad. Es interesante apuntar el dato de que el 75% de las inversiones japonesas en España sean en Cataluña.
Por lo que sabemos hasta la fecha y según se ha publicado en este mismo medio, se identifican como ciudades de sumo interés Tokio, Nueva Delhi, Bangalore y Bombay. La conexión con estas ciudades sin pasar por Madrid es importantísima. Hablamos de ciudades que no dejan de crecer en estos últimos años y que tienen una industria tecnológica muy potente. ¿No queremos estar conectados con ellos de forma directa?
Mi amigo y comisionado de promoción económica Pau Solanilla afirmaba que a día de hoy todas las instituciones (en referencia a Ayuntamiento y Generalitat entre otras) van a una. Esperemos que así sea y no tengamos que volver a lamentar la indefinición de Esquerra Republicana (ERC) en un tema crucial para la ciudad y para Cataluña.
La propaganda de unos y la incapacidad de otros para mantener sus propios acuerdos nos han hecho perder una oportunidad de vital importancia para la ciudad. Esperemos que esta vez, el trabajo conjunto de las administraciones de sus frutos y veamos lo antes posible una ampliación que Madrid ya ha iniciado y que nos hace ser, de nuevo, los campeones de la pérdida de oportunidades por culpa del sectarismo.