Esta semana, el personal sanitario público ha participado en una huelga. Su situación laboral es lamentable. Nuestro personal sanitario recibe unos salarios realmente bajos si valoramos tanto su cualificación profesional como su responsabilidad si los comparamos con los salarios equivalentes europeos, o con los de otros trabajadores públicos o privados… Pero, además, padecen guardias interminables sin períodos de descanso adecuados; deben afrontar la exigencia de tratar a un paciente por minuto; sufren un exceso de burocracia, falta de medios, una gestión ineficaz en manos de ineptos, listas de espera interminables… 

¡Ojo! Esta huelga es una alarma. El destrozo sistemático del Estado del Bienestar que se ha llevado a cabo tanto en España como particularmente en Cataluña nos afecta a todos. El caso catalán me atrevería a decir que es único, con un sistema sanitario público que es un caótico cóctel de consorcios públicos y semipúblicos, agencias, hospitales, mutuas y qué sé yo. Lo diseñó el ahora brillante candidato a la alcaldía de Barcelona, el Sr. Trias. Es un pandemonio de gestión imposible, ideal para cazar comisiones al 3 %, que depende de una cúpula hipertrofiada llena de directivos y cargos de confianza con salarios desproporcionados entre los que encontraremos fácilmente a varios antiguos consejeros y presidentes del Parlament. Una demencial estructura parasitaria.

Pero ¡suerte que tenemos gente que se preocupa de las cosas importantes! Porque, visto el percal, ante la grave crisis del sistema sanitario público, el Parlament de Catalunya ha decidido poner cartas en el asunto. El mismísimo primer día de la huelga del personal sanitario, un diputado «juntvergent», o como se diga, el Sr. D. Salvador Vergés i Tejero, anunció en un tuit la propuesta presentada por cinco grupos parlamentarios para que el fútbol-botones, que tantos seguidores cuenta en nuestra amada Barcelona, sea por fin un deporte nacional en Cataluña.

Tres ilustraciones acompañaban este anuncio. La primera, de una reunión con Enrique Albaladejo, presidente de la Associació Catalana de Fútbol Botons, y algunos compañeros de partido jugando a fútbol-botones en un despacho del Parlament. La segunda, donde aparece el citado Albaladejo y Albert Reguant, president del Barcelona Futbol Botons Associació al presentar la propuesta en el Parlament con el apoyo de la CUP, ERC, Junts, Comuns y PSC. La tercera, el vídeo de una apasionante jugada en un torneo de dicho deporte.

Mientras tanto, Albaladejo y Reguant, en declaraciones a la prensa, juran y perjuran que el fútbol-botones es un deporte que nació en Cataluña y le ponen fecha, en 1920. Esto habrá facilitado, sin duda, tan amplio apoyo parlamentario. Se les ve felicísimos, porque, dada su «catalanidad», seguro que será un deporte subvencionable.

Me pregunto qué pensarán las federaciones y asociaciones del juego de las canicas, por no hablar del disgusto de quienes practican el parchís, que no tienen reconocida su cualidad deportiva. Y ahora en serio, no quiero ni pensar cómo se sentirán los deportistas de élite de verdad, a los que nadie hace ni caso en este país. ¡O el personal sanitario que ese mismo día salía a la calle! La sanidad pública está como está en gran parte gracias a la política de los compañeros de partido del Sr. Vergés i Tejero y al tipo sólo se le ocurre felicitarse porque el fútbol-botones será por fin un deporte.

Manda cojones, y perdonen ustedes. Si sólo fuera este parlamentario idiota… ¿Cuántas estupideces nos hemos tenido que comer con patatas mientras lo verdaderamente importante se venía abajo? ¿Se imaginan tantos trabajos y tantos millones desperdiciados en la tontería nacional dedicados a exigir mejoras en nuestro sistema sanitario público, por ejemplo?

Lo peor es que la oposición, de izquierdas y de derechas, se ha sumado al juego de los disparates nacionales. En la derecha, a ver quién la tiene más grande (la bandera). Nadie en el PSC ha plantado cara seriamente a tanto despropósito, por el qué dirán, sin considerar que se lo dirán igualmente y que no pierden nada defendiendo lo que deben defender. Recuerden también las declaraciones de Asens, Pisarello, Sanz, Colau o Badia realmente comprometidas con la defensa de la sanidad pública y luego recuerden las que han hecho día sí y día también sobre la tontería nacional. Recuerden y comparen, sólo les pido eso.

Huérfano. Hay días en los que me siento huérfano de una socialdemocracia sensata y posibilista, de las de antes, que no esté para tonterías y esté para defender una sanidad y una educación públicas y un sistema de protección social como Dios manda. De verdad, qué pena. Aunque quien no se consuela es porque no quiere: siempre podremos jugar al fútbol-botones.