Después de años de retraso en su construcción, los túneles de Glòries están desde abril del año pasado a pleno funcionamiento. La plaza de les Glòries ha sufrido, durante más de 150 años, un ir y venir de proyectos que le han hecho pasar por muchas fases. Aún ahora, con el soterramiento de la circulación de vehículos, no se ha llegado a definir de una forma clara el papel de la plaza como una nueva centralidad, que el plan Cerdá en su proyecto ya preveía. La plaza es una encrucijada de las tres principales avenidas de la ciudad, la Gran Vía, la Diagonal y la Avenida Meridiana. Su transformación en un gran parque en superficie que deja atrás los anillos de scalextric que existían con anterioridad y posibilitará un espacio en beneficio para la ciudad.

La propuesta ganadora del concurso que el ayuntamiento convocó en su día para la redacción del proyecto del parque, denominado Canòpia urbana, organizará diversas zonas para uso exclusivo del peatón, ganando una gran superficie de terreno como zona verde. Esto ha sido posible gracias a la construcción de dos túneles viarios, uno de ellos de aproximadamente 975 metros de largo y una profundidad de 25 metros. En principio construidos ambos con las últimas tecnologías de control de circulación y salidas de emergencia. Sin embargo, la reducción a dos carriles, con uno más para servicio público, conjuntamente con la incorporación de un semáforo a la salida del túnel de entrada a Barcelona, ha provocado aquello que muchos ya presagiaban: largas colas y atascos de entrada a la ciudad.

En abril del año pasado, con la inauguración del segundo túnel y en vista del colapso de entrada, el ayuntamiento sugirió a los conductores intentar evitar el horario de entrada desde las 07:00 hasta las 09:30 horas de la mañana. Una recomendación que se acerca al maquiavelismo, dado que precisamente este es el horario en que la mayor parte de los ciudadanos de fuera de la ciudad que trabajan en Barcelona, acceden a la misma. Pero no acaba aquí el desatino. Si recorremos cualquiera de los dos túneles percibiremos un pavimento lleno de baches y rugosidades. Un pavimento inaceptable en una obra que no tiene más de un año. En junio del año pasado, en vista de las múltiples quejas, los responsables municipales determinaron que no es que tuviera baches, sino que el pavimento tiene una rugosidad especial derivada de los requisitos de un pavimento tecnológicamente eficiente, que por sus especiales condiciones, tenía estas características.

Vamos apañados si los últimos adelantos en tecnología en cuanto a calzadas dan como resultado lo obtenido en los túneles de Glòries. Porque aquellos que circulen con cierta asiduidad tendrán que replantearse el incorporar en sus vehículos unos neumáticos más acordes a este tipo de pavimento, independientemente que desde el ayuntamiento lo califiquen como simple y llanamente “rugoso”.