Hace años, se puso de moda entre las adolescentes norteamericanas lucir un colgante con medio corazón. El otro medio lo llevaba su mejor amiga del instituto, y en ambos colgajos destacaban las iniciales BFF (Best Friends Forever). Yo diría que es lo único que les faltaba a Yolanda Díaz y Ada Colau durante el reciente mitin en Madrid de la presentación del proyecto político de la primera, Sumar, al que la segunda parece estarse sumando literalmente y de manera entusiasta, como podía apreciarse en todas esas fotos en las que nuestra alcaldesa iba enganchada a la señora Díaz para no salirse del encuadre y, ya de paso, demostrar su adhesión inquebrantable al proyecto de su mejor amiga: a veces no se sabía muy bien si aquello era un mitin, una puesta de largo en sociedad o una reunión de ex alumnas del instituto Gramsci.

Seamos comprensivos: Ada se está buscando la vida para tener un futuro en la política, esa práctica que siempre dice estar dispuesta a abandonar, pero que todos sabemos que no lo hará nunca porque es una profesional del asunto, consciente del frío que hace lejos de los cargos oficiales. Cuando estaba al frente de la PAH, dijo que no aspiraba a la alcaldía de Barcelona, pero luego se presentó a las elecciones municipales y las ganó dos veces. También nos aseguró que dirigir el ayuntamiento de su ciudad constituía su cima política y que no tenía interés en participar en la cosa pública española, y ahora ahí la tenemos, pegada a Yolanda Díaz por si las moscas y porque, como casi todo el mundo, aunque con un poco más de retraso, se ha dado cuenta de que con Podemos no se va a ninguna parte (hay qué ver con qué rapidez se ha convertido el partido anti casta en una pandilla de frikis: Montero, Belarra, la inefable Pam, Monedero y Echenique como guest stars, más la tutela a distancia de Pablo Iglesias en modo Fumanchú, tratando de tirar de los hilos de la organización). Si las cosas le salen mínimamente bien, Ada puede asegurarse el futuro con Yolanda Díaz, tanto si gana las próximas elecciones municipales como si las pierde. Lo suyo, como diría el Astut Mas, es todo un win win.

Si se hace con la alcaldía por tercera vez (aunque sea ciscándose, como ha hecho en el reglamento interno de los comunes), miel sobre hojuelas, pues se convertirá en la voz en Catalunya de Sumar. Si la desalojan del cargo, siempre puede caer algo a la derecha de la Madre (perdón, a la izquierda, claro) y, si es necesario, se puede trasladar a Madrid de un día para otro. Lo fundamental es haberse inclinado por quien más parece el caballo ganador de la pugna por el poder en la (supuesta) extrema izquierda española (su amigo Jaume Asens está en las mismas). Ada Colau es dura de pelar y no se va a ir a casa si la sacan del Ayuntamiento de Barcelona. Tras calcular sus posibilidades si se produce tan doloroso trance, ha visto que Yolanda está de subida y Podemos de bajada. Demuestra así, eso sí, ser lo que se conoce como una política de raza: alguien que piensa mayormente en sí mismo y en su carrera y que ha dejado atrás aquel inocente remedo de amateurismo que practicó en sus inicios, cuando iba por ahí vestida de abeja Maya y se agarró a los pagadores de hipotecas porque por algún sector social había que empezar.

Como Laura Borràs, a Ada Colau no nos la vamos a quitar de encima ni con aguarrás, y cuanto antes lo asumamos, mejor para nosotros. Puede que el futuro de Sumar no esté del todo claro, pero aún lo está mucho menos el de Unidas Podemos, un partido que cada día cae peor y acumula más inquina y más burlas. Puestos a mantenerse en la escena política, la decisión de Ada de convertirse en la BFF de Yolanda demuestra una buena intuición y una eficaz puesta en práctica de ese refrán que asegura que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Aún está por ver que Díaz pertenezca a esa clase de árboles, pero cada vez resulta más evidente que Podemos se dirige rápidamente hacia un destino de arbusto o hierbajo.

Ada ha venido para quedarse y, tras el posible naufragio de los comunes, lo más parecido que ha encontrado a un flotador más o menos fiable es su gran amiga Yoli. ¡La de cosas súper guay que podrían hacer las dos juntas si se confirma su relación de BFF!