En el año 2017, el Ayuntamiento de Barcelona presentó a bombo y platillo una iniciativa municipal para la implantación de un paquete de medidas con el objeto de garantizar que las decisiones vinculadas al urbanismo se ejecutaran teniendo en cuenta las necesidades de la población más vulnerable. Se tendría en consideración implantar un urbanismo más amable con las mujeres, sin descuidar los colectivos como los niños y la gente mayor. Un documento que bajo el título Urbanismo con perspectiva de género establecía un concepto de cariz feminista que pretendía, entre otras cosas, que los proyectos urbanísticos que se realicen en nuestra ciudad incorporen la perspectiva de género, así como los valores del feminismo. Un urbanismo más amable con las mujeres, en un marco de feminización urbanística, que vendría a dotar de las estrategias necesarias en aras de tener una mayor sensación de seguridad, y según las propias palabras del consistorio, que no dé miedo y ofrezca más seguridad a la ciudad. Una inquietud muy considerable, que sin embargo, lamentablemente se ha quedado solo en el papel.
La pretendida iniciativa basada en una utilización del espacio urbano de forma segura, principalmente para la población más vulnerable y a cualquier hora del día, parece ser que se ha quedado en agua de borrajas. Hay una realidad que invade la preocupación de los habitantes de Barcelona, y que es principalmente la inseguridad, especialmente y precisamente para los más vulnerables.
Barcelona en estos últimos años es la ciudad española con el mayor crecimiento de la delincuencia. Los delitos sexuales, los robos, los hurtos y las agresiones, por desgracia, están a la orden del día. Hasta hemos visto que en la ciudad ya tenemos agresiones por disparos, cosa inimaginable hace unos años. Como también las agresiones contra la libertad sexual, con más denuncias por este tipo de atentados. La percepción de que Barcelona es una ciudad insegura se ha extrapolado hasta más allá de las fronteras de una forma deplorable. Una sensación que se ha agravado con el tiempo, y que ha comportado la inquietud de los barceloneses para pasear de forma tranquila, y ya no digamos en según qué horas. Desgraciadamente, si nos aferramos a los hechos, no se acaba de ver cuáles han sido las actuaciones que se han realizado para llevar a término el documento elaborado por el Ayuntamiento, especialmente para la protección a aquellos ciudadanos que precisamente define como los más vulnerables.
La ciudad indiscutiblemente necesita un aumento de recursos policiales y un refuerzo en la prevención de la delincuencia, dotando de los medios e instrumentos más eficaces para convertir nuestras calles en más seguras. Unas iniciativas que comportaran erradicar el desasosiego de muchos ciudadanos. El documento Urbanismo con perspectiva de género es un excelente propósito bajo la perspectiva de conseguir una ciudad más segura. Ahora bien, pasados ya más de cinco años, sinceramente y desafortunadamente, muchos de nosotros, no atisbamos a ver sus resultados.