Julián Delgado, que fue el jefe de la Guardia Urbana de Barcelona desde 1982 hasta 1997, ha presentado en la Biblioteca Arús su novela Memoria de Retaguardia (Ed. Adarve).  El protagonista es un militar catalán de Vic, agente secreto leal a la República y miembro de una multimillonaria saga del Siglo XVII. A través de su memoria, el autor mezcla ficción e historia de Barcelona desde 1931 hasta 1939, cuando parte al exilio para no regresar de visita hasta 1992. Entre acciones trepidantes y reflexiones sosegadas, Delgado, que fue capitán de la perseguida y represaliada Unión Militar Democrática (UMD), se suma a la recuperación de la memoria democrática, reivindicando, también, la de los militares y civiles asesinados en la retaguardia republicana. Entre ellos, la del coronel Escobar, recientemente homenajeado por la Guardia Civil y en ausencia de la alcaldesa fingida republicana. Escobar, al igual que el general de la Guardia Civil José Luis Aranguren Roldán, que se mantuvo leal a la República, fue fusilado el 1939 en el Camp de Bota y es otro de los grandes olvidados, a pesar de que en 2018 Lorenzo Silva le dedicó su libro Recordarán tu nombre (Ed. Destino).

Hijo de militar fusilado en Paracuellos de Jarama, Delgado ya había escrito en 2008 Morir en Paracuellos. Memoria íntima sin odio (Ed. Sepha), a cuya presentación en Madrid se sumó Santiago Carrillo, protagonista de los hechos. En aquella obra y en aquel acto, se hizo patente la larga trayectoria del autor como militante de la reconciliación. Como también lo hizo en 2005, cuando publicó el ensayo Los grises. Víctimas y verdugos del franquismo (Ed. Temas de hoy). Militar de carrera y licenciado en Derecho y en Psicología por la Universidad de Barcelona, es un escritor tardío que conoce más que bien la sociedad barcelonesa y la catalana. De ahí que su nuevo libro narre hechos terribles que tuvieron lugar en la Barcelona de antes, durante y después de la guerra civil.

Sin sumarse a la guerra-civilismo ni al revisionismo histórico actual, dice de los fanáticos en el poder: “Anidaban un germen de intolerancia, una voluntad de dominio y de inquisición moral y política, todo ello elevado al grado de virtud que les imposibilitaba llegar a algún acuerdo con la otra mta de los españoles”. Y sobre el célebre Capità Collons, al que cada año homenajean los líderes de ERC y admira aquel gestor de la Generalitat que promocionaba la ratafía, una testigo de la época afirma: “Un sádico, un canalla, además de un fascista redomado. Un torturador y asesino como su hermano Josep Badia, siniestro y sanguinario, fanático especializado en martirizar a los detenidos”. 

Sin encasillar buenos y malos, el espía republicano poco tiene en común con James Bond, aunque se llame Jaime, ya que se dedica a salvar vidas, como Oskar Schindler haría en la Alemania nazi. El protagonista y el autor de Memoria de retaguardia son hombres de armas y letras que leen a Cervantes y citan a don Quijote, que dice: “Aun entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos, suele haber alguno bueno”. Pero haberlos haylos, y Delgado los vio cuando mandaba la Guardia Urbana de Barcelona.