Se está jugando una partida de póker. Algunos tienen mucha prisa y han enseñado sus cartas. ERC, noqueada tras los resultados, se ha puesto al servicio de Junts. Les ofrecen pactar todo en el fondo, y en la forma lo travisten de frente patriótico. Lo cierto es que el “junquerismo” derrotado trata de salvar poder territorial. Las diputaciones y un puñado de ayuntamientos son el objetivo primordial para evitar que el caos sea mayor en las filas republicanas.
Junts sonríe mientras mira sus cartas. El pacto con ERC no le va mal. Consolida sus opciones por Barcelona y juntos podrían controlar las diputaciones de Tarragona y Lleida. También consolidaría su poder municipal en el territorio. Sin embargo, no da el sí a los de Junqueras. El porqué hay que buscarlo en qué Junts puede pactar con el PSC y hacerle un siete, nada desdeñable, a ERC. La Diputación de Barcelona es el principal trofeo. Pero, para llegar a esta decisión, deben todavía solventar su propio lío interno entre radicales y pragmáticos. Jaume Giró ha sido el primer pulso. El exconsejero de Economía retira su candidatura de primarias, quizá porque su objetivo de ir en las listas lo ha conseguido, y quizá porque el propio Puigdemont, que quiere poner al frente de las tropas en Madrid a Miriam Nogueras, también se plantea un paso para ocupar el espacio que ha dejado desértico ERC en Catalunya y ocupar el puesto de pivote en Madrid. Es decir, ser decisivos en la política española.
Mientras, los de Junts esperan. Hasta el 17 de junio queda una eternidad. Ada Colau de momento se vuelve a los cuarteles de invierno. La fantasía de superar al PSC en el recuento se diluyó como un azucarillo el viernes. Sabe que no tiene cartas para jugar la partida al lado de Yolanda Díaz. El PSC se llevará una buena parte del voto útil y los Comunes tendrán sus peores resultados en unas generales. Lo del 15 será un cuento para contar a los nietos. Lo del 23 mejor no contarlo. Sin una mano decente, Colau prefiere resistir en el Ayuntamiento e intentar mantener algo de poder municipal. Solo gobernará en El Prat y en Montornés. Espera que su apoyo municipal tenga contraprestación en la Diputación de Barcelona y en el Àrea Metropolitana y mantener cuadros en la Plaça Sant Jaume. Se entre o no se entre en el gobierno municipal.
El PSC tiene buenas cartas, pero no está seguro de ganar la partida. De momento, sube la apuesta y espera movimientos de sus adversarios. Sabe que lo de ERC lo tiene difícil, pero no descarta una entente con los republicanos. En Barcelona y más allá. Los números también le salen con los republicanos fuera de Barcelona. Y con Junts no digamos. Además, un acuerdo con Junts dejaría sin aire a los republicanos y se podrían sentar unas bases sólidas ante unas posibles autonómicas adelantadas. Por si fuera poco, los socialistas tienen un as en la manga: el PP. Los de Sirera quieren consolidar lo conseguido y aumentar su peso específico en el territorio. Necesita reconstruir el partido, que quedó hecho jirones, de cara a unas autonómicas. Los populares han puesto cara de póker y quieren jugar la baza de dejar contra las cuerdas a los independentistas, pero sin descartar dar un revolcón al PSC.
La CUP y VOX no entran en la partida. Los cuperos se llevarán un pequeño triunfo con Girona, donde Junts, casi con seguridad, hincará la rodilla y les dará la alcaldía. A cambio, seguir con la Diputación en sus manos. VOX, sin papel determinante, se limita a disfrutar de sus resultados. Este no es su momento y no hace apuestas.
Quedan dos semanas de negociaciones. Todos los movimientos cuentan. Trías ahora tiene buenas cartas en Barcelona, pero el PSC puede descartarse y conseguir una buena mano. Los que no parece que tengan posibilidades son los republicanos. Aragonés y Junqueras no atraviesan su mejor momento y las soluciones son entre malas y peores. Y encima, Maragall sigue anclado. Después del fiasco no asume ninguna responsabilidad. Todavía en ERC no se han enterado de que Maragall no es la solución, es el problema.