Miriam Nogueras tiene razón. La líder de Junts per Catalunya el 23-J acertó de lleno en su diagnóstico sobre la Diputación de Barcelona. “La Diba no es propiedad de nadie ni tampoco lo es del PSOE”, dijo muy ufana la candidata y tiene razón. No es propiedad de nadie, es propiedad de los ciudadanos de la provincia de Barcelona que elijen a sus representantes, y mucho menos del PSOE. El problema es que nunca ha sido del PSOE porque, señora Nogueras, el PSOE no existe en Catalunya. El único partido socialista en Catalunya es el PSC. Esto es algo de culturilla general.
Lo cierto es que el pleno de constitución de la Diba, Diputación de Barcelona, tiene su intríngulis. Los partidos independentistas han unido sus fuerzas para conseguir 22 diputados a su candidatura. En este grupo también están los representantes de Barcelona, los chicos y las chicas de Trías, que nos dijeron por activa y por pasiva que eran independentistas sensatos o que lo eran menos. Ahora se demuestra que siguen las directivas de Puigdemont y del sector heavy de Junts que ha impuesto su máxima “al PSC ni agua”, menos cuando interesa, claro. Lo único claro es que o eres independentista o no, no se puede ser solo a ratos o un poquito. Y se ha demostrado. Trías lo negó, negó al líder, pero se ha arrodillado a la primera de cambio.
Del otro lado, el PSC que mueve sus piezas. Con los Comunes, primero. Ambos grupos también obtienen 22 diputados. Al igual que el independentismo a cuatro de la mayoría absoluta. Los socialistas han abierto dos puertas. El PP que con García Albiol que no va a ponerse de perfil en una entidad que conoce bien y que siempre ha aprovechado para beneficiar a su ciudad, Badalona. Y, segunda puerta, a los miembros de Junts que ven horrorizados como su poder municipal se cae como un castillo de naipes una vez perdido el institucional de la Generalitat. Horrorizados sí, pero callados y sumisos ante las consignas que llegan, como siempre, desde Waterloo. ERC, por su parte, haciendo bandera del independentismo. Una bandera que puso en el cuarto de los trastos en Tarragona y Lleida. Por el interés te quiero Andrés.
El PP tiene todas las cartas para decidir quién será el presidente, o presidenta, de la Diba, y seguro que se lo cobra con intereses. Jordi Ballart, el alcalde de Tot per Terrassa, ha enseñado sus cartas y se acerca a la derecha de Junts sin demasiados tapujos. Quizás porque el PSC le ha dado la espalda porque no es de recibo pagar a traidores. Por último, el diputado de Vox no cuenta ni para unos ni para otros. La señora Nogueras se muestra convencida de que la Diba tendrá un responsable independentista. No digo que sea imposible, pero solo será realidad si los Comunes no alcanzan un acuerdo con el PSC y cambian de caballo a mitad de la carrera.
Como ven el guirigay es importante. Seguramente, porque no se dirime solo la presidencia de la Diputación, cuestión de calidad por si misma, sino que se dirime un nuevo escenario en Catalunya ante un más que previsible adelanto electoral. La única mayoría alternativa al independentismo pasa por el “modelo Collboni”. Socialistas, Comunes y Populares confabulados. Un independentismo que, por cierto, tiene que dirimir su próxima batalla. Se ha visto que la unidad es solo una entelequia. No solo entre Junts y ERC sino también con los más radicales que apuestan por una candidatura en las autonómicas y por la abstención en las generales. Si Junts da el sorpasso a ERC la cosa se complica para Aragonés en Catalunya, y también en España. Si Feijóo no tiene los votos necesarios el independentismo catalán se echará al monte y puede jugar a bloquear la legislatura porque siguen anclados en el cuanto peor, mejor.
Por eso, es importante la Diba. Si son incapaces de alcanzar la alcaldía de Barcelona, son incapaces de llegar a la presidencia del ente supramunicipal y son incapaces de tener una política conjunta en Madrid, la pregunta es obvia. ¿Serán capaces de tejer complicidades en la Generalitat para asegurarse la presidencia? De momento, hemos visto que no. La prueba del algodón fue la expulsión del Govern de Junts. O su marcha dando un portazo como quieran. Pero la estrategia de Junts de romper todos los tableros tiene las patas cortas. Lo iremos viendo cuando sus cuadros no tengan donde reubicarse, sea irrelevante en Madrid y vea como se aleja la ansiada autonomía. Y no digamos la quimera de la independencia. La Diba se ha convertido en la prueba del algodón.