El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha designado a la escritora Najat el Hachmi como pregonera de las Fiestas de La Mercé. Una escritora polémica, sí, con ideas propias, también, en política, feminismo, religión, integración, sobre todo. ¿Y qué? ¿Cuál es el problema? ¿Qué se atreve a pensar por sí misma? Lo digo a cuenta de la polémica desatada tras su designación por Collboni por sus “afirmaciones tránsfobas e islamófobicas”. El ataque furibundo ha sido protagonizado por los defensores de las esencias que se declaran guardianas de la ortodoxia feminista, antiracista y el antifascismo. Esos .-léase Observatori Contra l'Homofòbia (OCH), la Plataforma Trans Estatal, ACATHI y Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR)-. han decidido que no les gusta la pregonera porque no se ajusta a su feminismo, a su antifascismo y a su antirracismo.

Con Najat me separan muchas cosas, pero también tengo puntos de encuentro y respeto su valentía en defensa de sus posiciones. Decir que sus argumentos desprenden odio es como decir la crítico pero no la he leído. Puedes discrepar y polemizar pero las posiciones de Najat, en muchas ocasiones, nacen de la experiencia personal no del sectarismo que invade las posiciones feministas que consideran machista y sospechoso de violador a todo hombre blanco y heterosexual. Eso sí que es discriminación. La primera consecuencia es que un alto porcentaje de jóvenes consideran al feminismo su enemigo.

Pero, claro está, que los guardianes de las esencias -c-on el repugnante apoyo de ERC y Junts que se han sumado al linchamiento por motivos que poco, o nada, tienen que ver con Najat-- no aceptan miembros en su secta que piensen. La escritora nacida en Nador --pequeño detalle para la ignorancia militante-- ciertamente cuestiona los métodos del feminismo y de la educación sexual en las aulas.El Hachmi, que ha puesto el dedo en la llaga criticando la Ley Trans, ha pedido a la izquierda que abandone el sectarismo y apuesta por el pragmatismo realista. Es un verso libre y es una activista intransigente en contra del velo islámico poniendo a caldo a la izquierda “propietaria” del feminismo representado por Yolanda Díaz, Mónica Oltra o Ada Colau. Por cierto, no he oído a estos colectivos decir ni “mu” sobre esta cuestión.

Najat se presenta como atea. Critica con vehemencia el machismo y el conservadurismo musulmán que anida irredento en la sociedad que vivió de cerca. ¿Es mentira? Los que dicen que sus palabras son islamófobicas se han “begut l’enteniment”. Se puede ser respetuoso con el islam pero criticar sus formas, que fueron las formas mayoritarias en el cristianismo hace unos años y que siguen perdurando en la actualidad, no es blasfemia señores guardianes del “festival de la tontería”, como acertadamente escribía Josep Martí Blanch la pasada semana en El Confidencial.

La polémica seguirá porque falta más de un mes para la celebración de la fiesta de Barcelona. Creo que ante la arrogancia de algunos, hemos de surgir otros en defensa de la libertad de expresión de una escritora que defiende sus posiciones, que tiene el derecho a hacerlo y que levanta ampollas en el establishment oficial de la izquierda feminista, antifascista y antiracista. Imitando a Xavier Trías “que us bombín” y Viva Najat por la diferencia, la discrepancia y por la libertad de expresión frente a los de siempre: el sectarismo enfadadito.