Después de revisar el modelo de seguridad de Barcelona y ofrecer un apoyo claro a la Guardia Urbana, el nuevo alcalde ha abierto el dossier del urbanismo táctico con el que Ada Colau y su partido apuntaron a la ciudad al modelo de urbes que se colorean para subrayar una idea progresista y alternativa en la lucha por reducir la contaminación y hacerlas más residenciales.
Los dibujos estridentes, las bolas de hormigón, los bloques New Jersey, los bolardos forman parte de esa especie de tatuaje con que la antigua alcaldesa quiso adornar la piel de Barcelona como hacen algunos jóvenes para embellecerse.
Su antigua mano derecha, Janet Sanz, ha sido la encargada de responder al consistorio actual para acusarle de carecer de modelo de ciudad porque ha decidido acabar con el proyecto de la calle Pelai que los comunes habían puesto al servicio de los peatones, pero que estos no utilizan. Tenía un “uso inexistente”, según Laia Bonet, la concejal que ha anunciado el cambio que tratará de reequilibrar el diseño de una de las arterias más importantes del centro de la ciudad.
La antigua teniente de alcalde asimila esa especie de tatuajes urbanos a un proyecto urbanístico, lógicamente, porque así es como Barcelona en Comú identifica su ideología: los adornos vistosos resumen un concepto metropolitano supuestamente tan divertido como efectivo. Y no es así, como la experiencia se ha empeñado en demostrar.
Parece que Jaume Collboni entiende que si los barceloneses no usan la calzada de Pelai para caminar y sin embargo se llena de camionetas de carga y descarga, lo sensato es adaptar la calle a esos fines. Ha pasado lo mismo con otras iniciativas antiautomovilísticas del anterior consistorio, como cuando se cortaba la circulación en paseo de Sant Joan en días festivos provocando enormes atascos en las vías alternativas, con la contaminación adicional, mientras los ciudadanos seguían paseando por las aceras, como siempre.
Colau vincula el urbanismo táctico que ha practicado su partido con un programa de izquierdas, que es la condición que ha puesto a Collboni para apoyar sus primeros presupuestos. El alcalde ha contestado antes de septiembre, el plazo que ella le había dado.