El pasado 3 de agosto una palmera partida y caída sobre la acera de la calle Joaquín Costa en confluencia con la plaza Emili Vendrell provocaba la muerte a una joven de veinte años que deambulaba por allí. Si fue un hecho fortuito o imprevisible o estamos ante una tragedia evitable debe determinarse, si es que no lo está ya.
De aquel suceso sabemos algunas cosas, pocas, a través de los medios de comunicación y de la información dada por el propio Ayuntamiento. De las noticias publicadas conocemos que las palmeras en la ciudad de Barcelona fueron revisadas el pasado mes de marzo y que son grandes consumidoras de agua, en particular, las datileras, variedad esta de la que se desplomó sobre aquella acera del barrio del Raval de Ciutat Vella.
Creo que hay más cosas que debieran saberse y sorprende que ni gobierno ni oposición se ofrezcan a dar o solicitar las explicaciones pertinentes. Probablemente sin pretenderlo se tornan en palmeros que miran hacia otro lado. Es menester conocer los atestados de los mossos, bomberos y de la Guardia Urbana, los informes posteriores que pudieran haberse redactado al respecto tras la tragedia por los distintos servicios municipales o empresas externas e incluso peritos y, en particular desde Parcs i Jardins, sobre las causas de la misma.
Sería importante ratificar si se revisaron las palmeras de la ciudad en el mes de marzo y que, pese a las sucesivas olas de calor, no se había procedido a hacerlo de nuevo en cinco meses, todas y en concreto la causante, cuando se produjo el episodio fatal. Tres olas de calor, hemos sobrepasado ahora la cuarta, la prolongada sequía y un calor extremo continuado, ¿no aconsejaban estas revisiones? Este tsunami térmico y que, si las palmeras ya precisan agua abundante y las datileras más, ¿no obligaban a su mínimo riego y señalización de riesgo o peligro?, ¿ningún técnico alertó antes, durante y entonces, de los riesgos y o de la conveniencia de intervenir ante determinadas variedades de arbolados y palmeras en la ciudad? Sería necesario ratificar que, tras la tragedia, se han modificado las intervenciones y protocolos municipales.
Se ha publicado que la causa de la caída (aunque algunos vecinos recordaban la existencia de un nido de cotorras) fue el estrés hídrico de la palmera. Razón ésta suficiente para dar respuesta clara a todos los interrogantes anteriores y poder delimitar si estamos ante un suceso fortuito e imprevisible o que pudo ser evitado.
Deduzco que, al fallecer una persona de manera violenta, un juzgado de instrucción habrá abierto diligencias para determinar si esta muerte pudo ser evitada o no y, a la vista de los informes y otras actuaciones, determinar si ha lugar a abrir una vía penal, que no deseo a nadie, o, tras su archivo judicial, derivar a otra vía la exigencia de la responsabilidad civil a afrontar por el consistorio. Nadie ha informado nada al respecto, sobre la apertura de actuaciones judiciales o de las posibles indemnizaciones y su cuantía a hacer frente, y sería oportuno que se hiciera. Es imprescindible la transparencia y las explicaciones plenas sobre lo sucedido y el por qué. También asegurarse de que el consistorio ha adoptado las medidas necesarias para que esta tragedia no vuelva a suceder.
A cualquiera de nosotros nos puede acompañar la fatalidad (solo hoy el consistorio sabe si algo más) y podríamos ser la persona a la que se nos cayó una palmera encima mientras paseábamos por nuestra ciudad. Además de habilitar efectivamente refugios climáticos en situaciones extremas de calor, tenemos el derecho a pasear cubiertos y seguros de no morir aplastados por una palmera o árbol por deficientes mantenimientos municipales o circunstancias ineludibles.