Contaba mi madre que, hace ya muchos años, le tocaron el culo en el tranvía. Era uno de esos tranvías de Barcelona de color verde, o quizá fuera rojo. Para nosotros, gris, acostumbrados a verlos en fotografía. Eran otros tiempos, también grises. Pues, como les estaba contando, a mi madre le tocaron el culo en el tranvía. El 24, si mal no recuerdo.
Mi madre no se lo pensó dos veces. Se revolvió contra el abusón y le rompió el paraguas que llevaba en la cabeza. El hombre saltó del tranvía gritando ay, ay, ay y sangrando como un cerdo. El paraguazo le había abierto una brecha en la cocorota. El fulano huyó perseguido por los insultos de mi santa madre, que serían muy sentidos, pero no muy groseros, porque era mujer educada y de buenas maneras y eran otros tiempos.
Cuando nos relataba esta anécdota, asomaba en su mirada la indignación de quien sufre una humillación, pero no el arrepentimiento. Lo pasó mal después del paraguazo. Se convirtió en el centro de todas las miradas. Alguno comentaría que no había habido para tanto, estoy seguro de ello. Pero más uno, o más de una, habría aplaudido de haber podido, también estoy convencido.
De las charlas con mi madre guardo memoria de cómo se lamentaba de todo lo que se había perdido por ser mujer en aquella época tan gris. ¡Con lo que era ella! Le hubiera gustado pilotar una moto, como mi abuelo, el Boig de la Rabassada, o viajar, estudiar una carrera… Pero no pudo ser.
Hoy se puede, sí, después de muchas luchas y muchos sacrificios. Con todo, más de un imbécil pide un paraguazo a gritos. Por ejemplo, ese que era o sigue siendo, no lo sé, presidente de las cosas del fútbol. Ya llevamos dos semanas con un serial que parece sacado de una película de Berlanga. ¡Qué imagen hemos dado al mundo! Ese discurso del calvo en cuestión, que provoca bochorno; una huelga de hambre de su mamá, que se coló en la iglesia del pueblo para pasmo del cura; ese montón de gente que aplaudía al fulano con frenesí cuando hablaba del "falso feminismo" y que hoy tienen la desvergüenza de manifestarse escandalizados, hipócritas.
Yo sólo les diré que uno de los primeros clubes de fútbol en pedir el defenestramiento del fulano fue el R.C.D. Espanyol, o Español, no sé cómo lo escriben ahora. Con todas las letras, dijo que aquello merecía la patada y un adiós sin más ceremonias. En cambio, el F.C. Barcelona dejó ir un comunicado muy tibio, que no pedía la cabeza de nadie. Por una vez, los periquitos ganaron el partido, me parece a mí.
Supongo, y es un suponer muy supuesto, que la reacción del F.C. Barcelona tiene mucho que ver con el dinero, con mucho dinero. Porque cuentan que el calvo y el exmarido de Shakira tenían negocios en común y comisiones de por medio, que también aparecían en el tinglado Arabia Saudita o Qatar o ambos, regímenes abiertamente democráticos y muy respetuosos con los derechos de las mujeres, dicho sarcásticamente. Luego, la compra de árbitros que el F.C. Barcelona ha llevado a cabo durante un montón de años o la contabilidad creativa del señor Laporta, que ya se ha llevado a Barça Media, participada por un tal señor Roures, a Holanda, en plan Ferrovial, la del 3%, ¿recuerdan? ¡Pero qué sabré yo! Si no entiendo de fútbol, si no lo sigo, si me aburre, si a los cinco minutos de intentar ver un partido ya he cambiado de canal. No me hagan caso.
Lo único que sé del fútbol es la obscena cantidad de dinero que mueve. El presupuesto anual del F.C. Barcelona supera a toda la inversión pública en cultura en Catalunya, ahí es nada, y si sumamos la deuda, ni les cuento. Eso no puede ser bueno, lo pudre todo. Tenemos futbolistas que evaden millones de euros, pero la gente todavía los aplaude. Contemplo la impunidad de directivos que se van de putas a cargo de clubes y federaciones, que van con maletines de dinero de aquí para allá. ¡Cómo trata esa purria a sus empleados…! Mejor me lo callo. ¿Les sorprende que metan mano a las futbolistas o se comporten como salidos en público, como si se hubieran metido una raya de más?
Mi madre se defendió a paraguazos e hizo bien, de ésta no me sacarán. Quizá ha llegado la hora de sacar el paraguas y empezar a repartir paraguazos en el mundo del fútbol, ¿no creen?