En Barcelona existen más de 30 barrios donde conviven personas de más de 100 nacionalidades diferentes, reflejando una extraordinaria diversidad que se encuentra ampliamente dispersa por la ciudad. La población migrada se ha extendido por toda la ciudad en los últimos años, con un aumento generalizado en 2018, con sólo cuatro barrios que no experimentaron ese crecimiento.

Actualmente, conviven en Barcelona 180 nacionalidades diferentes, con cinco nuevos añadidos entre 2018 y 2019. El Eixample es el distrito con más población extranjera (61.546 residentes), seguido de Ciutat Vella (52.214) y Sant Martí (45.556). Un ejemplo es Ciutat Vella: con la mayor presencia de paquistanís (12%), italianos (11,7%) y filipinos (8,9%).

Por eso es preciso reclamar ahora más que nunca, a las instituciones hacer políticas activas dirigidas a nuestra sociedad tan diversa. Desgraciadamente, existe una escasa representación de ciudadanía de origen diverso en las instituciones como es el Ayuntamiento de Barcelona. Esto es preocupante, especialmente para partidos que promueven una Barcelona más inclusiva.

La falta de representación de ciudadanía de origen diverso en las instituciones refleja una falta de sensibilidad en una Barcelona tan diversa. Es necesario trabajar en políticas que fomenten la inclusión y la cohesión social, y no caer en estrategias de división multicultural que sólo buscan ventajas electorales a corto y largo plazo.

La ciudad de Barcelona ha sido históricamente un destino de inmigración, sin olvidar la necesidad de mantener la estabilidad social y económica, sin olvidar el envejecimiento de la población. Por tanto, es un deber que tantos los partidos y la sociedad actual se centre en la adaptación de la sociedad y no caigan en los dogmas de las cuotas de partidos.

Los retos actuales en la gestión de la diversidad incluyen reticencias al empadronamiento, leyes migratorias injustas y racismo institucional. Si los partidos no abordan esta problemática, no podrá ser Barcelona el reflejo de nuestra sociedad.