Desde siempre representamos a los fantasmas con una sábana blanca y dos agujeros en lugar de ojos. En ocasiones, hasta levitando. Una disfraz que fue muy utilizado por los ladrones ingleses en el siglo XV, que les permitía entrar a robar en las casas asustando a los dueños de las mismas. Además de estos personajes siniestros y hasta ridículos, existen otro tipo de fantasmas. Las llamadas "estaciones de metro fantasma de Barcelona". No porque en ella habiten semejantes espectros, sino porque tienen la singularidad de estar abandonadas desde hace años.
La primera empresa que se constituyó para construir una línea de metro en Barcelona fue la Sociedad Gran Metropolitano de Barcelona S.A., siendo la primera en inaugurar el primer ferrocarril metropolitano en 1924. Desde entonces ha llovido mucho. En la actualidad Barcelona dispone de 8 líneas con 165 estaciones, gestionadas por TMB. Muchas de estas estaciones fueron construidas, en su día, como parte fundamental de un incipiente transporte subterráneo, mientras que otras nunca llegaron a utilizarse o se tuvieron que cerrar.
Alguna de ellas, además, guardan ciertos misterios. Enigmas que son consecuencia de estar abandonadas. Es el caso de varias estaciones hoy en día clausuradas, o bien en desuso. Empezando por la estación de Ferran, inaugurada en el año 1946, situada en el subsuelo de la Rambla, cerca del teatro del Liceu. Se pensó como refuerzo para los grandes eventos del Liceu, pero no llegó a ser así. Estuvo en funcionamiento hasta el año 1968. En la actualidad está tapiada, sumándose a la maldición del Liceu, un teatro que se ha incendiado dos veces en su historia, en los años 1861 y 1994. También sufrió un terrible atentado que se perpetró en 1893 mediante una bomba, en el que murieron 20 personas.
La estación Banc fue un proyecto que surgió como consecuencia, en el año 1908, de las obras de apertura de la Via Laietana. Estuvo situada entre Jaume I y la plaza Urquinaona. Un error de cálculo de los ingenieros provocó que las dimensiones no fueran las adecuadas, clausurándose acto seguido. Construida en 1911 y actualmente en desuso, no llegó ni a tener nombre. De la misma manera podríamos hablar de la estación de La Bordeta, también cerrada y habilitada para los servicios técnicos del metro. La antigua estación de Correos está ubicada debajo de la plaza Antonio López, sin uso desde hace unos 50 años. La estación Gaudí construida frente a la Sagrada Família, nunca llegó a abrirse, y acoge la sede de la asociación de jubilados del metro. La parada de Horta, ubicada entre Clot y Sant Andreu Comtal, se inauguró el 1854. Cuando se realizó la construcción de la Sagrera, desapareció. Otra estación es la de Sant Bertran, en el Port de Barcelona, construida en 1881 y cerrada 36 años más tarde.
Estas son algunas de las estaciones fantasmas de nuestra ciudad, que por diferentes motivos están en abandono. Por desgracia, no se les ha podido dar ninguna clase de uso, permaneciendo en la más oscura postergación del subsuelo barcelonés. Olvidadas por todos, sin que muchos ciudadanos sepan de su existencia.
Seguramente, como nos explica Gerónimo Stilton en su novela infantil El fantasma del Metro, algún día nos encontremos la existencia de un misterioso gato gigante que vaga por las oscuras galerías subterráneas del metro, aterrorizando a todos los roedores de la ciudad. Cosa que sería aplaudida por muchos ciudadanos, porque no solo daría una cierta explicación al abandono de estas estaciones sirviendo de morada a semejante gato, sino que también contribuiría a erradicar la plaga de ratas de la ciudad. Aunque, con absoluta seguridad, me da la impresión de que este no debe ser el caso.