“Collboni es mejor alcalde que candidato”. Eso se ha dicho, se dice y se dirá en esta legislatura y hasta el propio alcalde lo reconoce. Collboni se siente más a gusto en el día a día que en una campaña. Es un secreto a voces que el barómetro municipal ha ratificado. La ciudad sigue teniendo problemas, la inseguridad el mayor, pero la gestión del alcalde es aprobada por seis de cada diez ciudadanos. Collboni lo ha hecho en apenas seis meses y con solo diez concejales. Y con una política en la que se conjuga el proyecto de ciudad para el futuro y las cosas del comer más cotidianas como la limpieza o escuchando la voz de los barrios sacando a la alcaldía de su espacio de confort de Sant Jaume y llevándola a los barrios. El hoy y el mañana.
No solo el alcalde sale reforzado. También el PSC que por primera vez desde 2009 se sitúa en primera posición con una intención directa de voto del 13,5%. Los Comunes son segundos con un 11,5, ERC 8,2 y Junts cae a la cuarta posición con un 7,5%. Quizá, y solo quizá, esta sea la razón por la que el alcalde se permite el lujo de seguir deshojando la margarita y no decide quién será su socio. Todos tienen prisa. Trías y Maragall porque se van y Colau porque tiene achicados los espacios. No encuentra su papel en la oposición y aspira a algún premio de consolidación, quién sabe si como cabeza de cartel de Sumar en las elecciones europeas. Vuelve el hoy y el mañana. Los ciudadanos no quieren incertidumbres sobre el futuro de las formaciones políticas y Comunes, ERC y Junts aportan incertidumbre y el precio más alto lo paga Junts porque la marcha de Trías deja al partido cerca del erial.
Son tres formas de irse. Trías lo dejó claro desde el primer día y solo espera a cerrar un acuerdo con el PSC. Maragall se irá pero lo hace a regañadientes, con un partido dividido que tras su política de tierra quemada no tiene valores políticos en alza. Y Colau se irá, sabe que se irá y no encuentra su acomodo mientras el grupo municipal se diezma cada día que pasa. Conclusión, solo Collboni es el hoy y el mañana. Sus oponentes son el ayer, no tienen un hoy y en el mañana solo se ven nubarrones.
Por eso el alcalde no tiene prisa en escoger un socio que aporte estabilidad. No tiene prisa pero no debe tener pausa porque gobernar con 10 concejales se puede hacer hoy porque la oposición está “hecha unos zorros”, pero mañana pueden cambiar las tornas. Las cosas del comer y el futuro de Barcelona -incluida la Gran Barcelona metropolitana- necesitan un equipo de gobierno que dé fortaleza y que sortee los problemas como los acaecidos en la tramitación de los presupuestos.
Por de pronto, dejemos que pasen las fiestas. Comamos los turrones en paz pero pongamos el turbo en enero. Las elecciones catalanas y la inestabilidad política que se vislumbra en el gobierno de Catalunya hace de la necesidad virtud y obliga a Collboni a tomar decisiones. Tener inestabilidad a ambos lados de la Plaça de Sant Jaume no ayuda. Salvador Illa puede ocupar el despacho de Aragonés y necesita que Collboni tenga los deberes hechos. O sea un gobierno sólido. Vuelve el hoy -Aragonés- y el mañana -Illa-. De momento nos quedamos con el barómetro municipal que no es más, ni menos, que el reflejo de la realidad.