Ferrari decía que los coches no son ni bellos ni feos, pero que se convierten en bonitos cuando ganan carreras. Cuando no ganaban, a Ferrari se lo llevaban todos los demonios, porque era un hombre de genio, y removía cielo y tierra para descubrir qué había fallado. En cambio, cuando Barcelona pierde una carrera, todo son excusas de mal perdedor.
Hace poco más de un siglo, la barcelonesa Peña Rhin convocó un gran premio de automovilismo. Las primeras tres carreras, de 1921 a 1923, se corrieron en Vilafranca del Penedès, por aquellas endiabladas carreteras, y las ganaron un Bugatti y dos Talbot. El primer Gran Premio de España oficial se corrió en 1923 en el circuito de Terramar, en Sitges. La Peña Rhin volvió a organizar un gran premio entre 1933 y 1936, que se corrió en el circuito de Pedralbes. Los ganadores corrieron con los Alfa-Romeo que preparaba Ferrari y los Mercedes-Benz de Neubauer. De nuevo en Pedralbes, se corrió la primera carrera en España de Fórmula 1, en 1950, que no puntuó para el campeonato, y otra vez en 1951 y 1954, donde ganaron Fangio y Hawthorn, respectivamente, con un Alfa-Romeo y un Ferrari. Después de la matanza de Le Mans en 1955, que dejó un piloto y 83 espectadores muertos y centenares de heridos, se optó por no correr en Pedralbes. La Fórmula 1 tardó en regresar a España.
Lo hizo en 1968, en el circuito del Jarama, en Madrid, y al año siguiente en el de Montjuïc, en Barcelona. Un año tú, un año yo. Los motores Ford preparados por Cosworth se llevaron los cuatro grandes premios de Fórmula 1 que se celebraron en Barcelona, en 1969, 1971, 1973 y 1975, que ganaron Stewart, dos veces, Fittipaldi y Mass. Pero en 1975, Fittipaldi se retiró en protesta por la falta de seguridad del circuito y unas vueltas más tarde el bólido de Stommelen se echó sobre el público y mató a cuatro personas. A partir de entonces y hasta 1981, el Gran Premio de España se corrió solamente en el circuito del Jarama. Luego, se eliminó del calendario. En 1986, la Fórmula 1 regresó a España y se corrió en el circuito de Jerez de la Frontera hasta 1990.
Finalmente, en 1991, se volvió a correr el Gran Premio de España en el preolímpico circuito de Montmeló, hasta hoy mismo, pero quién sabe si mañana. Porque, ay, parece que hemos vuelto a perder la Fórmula 1 y el Gran Premio de España se va a Madrid una vez más.
Ojalá me equivoque, pero cuando el Govern dice que «las conversaciones avanzan positivamente» y «reitera su confianza en que la Fórmula 1 continuará en Catalunya unos años más» me temo lo peor, porque ya nos conocemos. Continuará hasta que se acabe el contrato de Liberty Media. Más allá, no pondría la mano en el fuego por su continuidad, pero ¡eh!, que puedo equivocarme, aunque tengo mis razones.
Montmeló es un circuito muy técnico, donde prima la estrategia. Adelantar es difícil. Es decir, es aburrido y eso, a Liberty Media, le provoca sarampión. Otra razón es que ya son 24 grandes premios, demasiados. Si Barcelona quiere permanecer en la Fórmula 1, deberá competir con cuatro monarquías árabes, las que ponen la pasta, por ejemplo, y echar a alguna de ellas.
Pero las razones que más han pesado son otras, y ésa es mi opinión. El clima político es inestable e impredecible y corre a cargo de personajes en los que no sabemos si cuenta más la ineptitud o la incapacidad de hacer nada de provecho. Recuerden que las autoridades que ahora se despiertan y tienen conversaciones que avanzan positivamente se mantuvieron durante muchos años hostiles a la competición. No hace falta que les recuerde las declaraciones de la anterior alcaldesa y su equipo o del actual presidente de la Generalitat sobre este asunto, ni los feos que hicieron a los trabajadores de la Nissan cuando se quedaron sin trabajo, ni el desplante a los directivos de Volkswagen que querían montar una fábrica de baterías para automóviles eléctricos en Barcelona, por ejemplo. Mientras, el PIB español creció en 2023 un 2,4% y en Catalunya, un 1,8%. El informe PISA nos cubrió de gloria. Etcétera.
No les extrañe que toda la industria de alto valor añadido construida alrededor del automóvil que se comenzó a instalar en Barcelona y alrededores en la década de 1990 hace ya tiempo que nos dejó.
Y así todo.