El debate sobre la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat vuelve a estar sobre la mesa desde la constitución de la Comisión Técnica Estado-Generalitat creada para hablar de la futura ampliación y gestión del aeropuerto. La puesta en marcha de una mesa negociadora supone un avance muy positivo para lograr un diálogo y análisis constructivo sobre el futuro del aeropuerto y el papel de ambas partes en el mismo. No obstante, a los profesionales del sector aeronáutico y aeroportuario nos preocupan las propuestas finales surgidas que, en caso de no tener una base técnica y de gestión, pueden inducir a errores sobresalientes a los políticos, responsables de escoger la opción más idónea. Ello se solventa con el apoyo de personal cualificado del sector aeronáutico para evitar equivocaciones de futuro. A mi entender, propuestas populistas sin aval técnico conducirán a la Comisión al fracaso. No hay que caer en la trampa de la desinformación o la información sesgada en base a intereses desconocidos.

Los políticos no deben sucumbir a la tentación de dejarse llevar por cantos de sirena de proyectos con impacto mediático que pueden significar un potencial atractivo electoral por su mensaje y presentación. Es importante escuchar, pero también saber a quién se debe escuchar. Recientemente, los ingenieros aeronáuticos David Pijoan, Pere Pla y Enric Tarrats mostraban su preocupación mediante un artículo a tal efecto, con gran impacto entre los profesionales del sector aeronáutico. En efecto, analizando diversas propuestas, muchas sin rigor profesional, clasificaban algunas de ellas incluso de disparatadas, propuestas que ciertos medios difundieron con entusiasmo creando opinión, en algunos sectores sociales, fuera de contexto económico y técnico. Me refiero, por ejemplo, a la necesidad de una pista de 3.500 metros, la construcción de una pista en el mar en la zona del aeropuerto actual y a la idea de desviar vuelos de Barcelona a Girona y Reus para descongestionar Barcelona.

Son muchos los motivos que hacen poco viables estos proyectos, pero es de destacar que ninguno de ellos ha tenido el apoyo de los Colegios Profesionales, Universidades, consultoras aeronáuticas de referencia, ni de personal cualificado del sector aeronáutico. Más bien todo lo contrario. Sin embargo, estas han tenido apoyo mediático por considerarse novedosas, avanzadas y diferentes, pero en mi opinión poco realistas y eficaces. El lector debe saber que el sector aeronáutico y aeroportuario se encuentra fuertemente regulado de forma minuciosa y en constante puesta al día. Posiblemente es uno de los sectores donde se requiere una formación de alto nivel actualizada constantemente y por ende unas titulaciones muy concretas para poder desempeñar cualquier función en este ámbito, en el que prima sobre todo la seguridad y la eficiencia.

En este momento, los medios, ante un tema sumamente técnico, deben contrastar todo aquello que llegue a sus redacciones. El aeropuerto es un tema, como he dicho, muy técnico y por ello, más que nunca, los comunicadores tienen una gran responsabilidad en la difusión de las diversas opciones. Cuando surge una propuesta la primera pregunta debe ser: ¿Son profesionales cualificados los que la proponen? ¿Cuál es su trayectoria aeronáutica? Foment del Treball elaboró, mediante una Comisión interdisciplinar, un excelente dictamen que, después de un pormenorizado análisis bajo criterios empíricos, descarta ciertas propuestas como las citadas anteriormente. Esperemos que la Comisión Técnica Estado-Generalitat y sus comisiones tengan en cuenta, aunque solo sea en parte, algunas de las conclusiones del informe de Foment. Unas propuestas sin base técnica aeronáutica y de gestión sólo nos conducirán a la casilla de salida y retrasarán en el tiempo la necesaria ampliación del aeropuerto.

Una decisión deficiente puede causar un grave perjuicio a los usuarios. El aeropuerto de Berlín o Ámsterdam son ejemplos de cómo erróneas decisiones han acabado repercutiendo en términos económicos y de calidad en el usuario final, las compañías aéreas operadoras y sus pasajeros. El aeropuerto de Barcelona está próximo a alcanzar la máxima capacidad operativa y los problemas de saturación implican largas colas, retrasos y en definitiva un mal servicio, como sucedió este verano en AMS Schiphol. Cuando esto suceda en Barcelona, los políticos deberán entender y, también la sociedad catalana en general, la poca capacidad de maniobra existente para solucionar el problema en menos de tres años vista. El daño ya estará hecho y sin solución posible a corto plazo. Entre tanto Madrid se convertirá en el hub más importante del Estado y uno de los primeros de Europa.

La gestión del Aeropuerto BCN-Prat depende de AENA, Sociedad Anónima participada por el Estado que cotiza en bolsa y que gestiona todo su sistema aeroportuario en red. En ocasiones se afirma que la ampliación del aeropuerto depende de los presupuestos generales del Estado, pero en realidad depende de los propios presupuestos de AENA que, como cualquier SA, busca la máxima rentabilidad en la gestión de sus instalaciones, es decir sus aeropuertos. AENA solo adoptará una opción de ampliación sostenible desde un punto de vista económico y operativo.

De otro modo estaría incurriendo en una mala gestión ante sus accionistas y sus clientes. Además, tendrían la oposición directa de las compañías aéreas puesto que una opción de ampliación no sostenible causaría un incremento de las tasas aeroportuarias y sus costes operativos con la necesidad de aumentar los precios de los billetes e impactando negativamente en la cuenta de resultados. No perdamos el tiempo y escuchemos a los profesionales del sector que los hay y, por cierto, muy buenos.

Ferran Plana es Máster en Gestión de empresas aeronáuticas y aeroportuarias y piloto de transporte de línea aérea