Ya que estamos en Pascua, lo propio sería hablar de la mona. Ya puestos, de la Gran Mona de Pascua, nombre con que el difunto arquitecto Bohigas bautizó a la Sagrada Família, entonces templo expiatorio y luego basílica menor. El nombre le va que ni pintado.
La primera piedra la puso el obispo Urquinaona el 18 de marzo de 1882. El proyecto original era neogótico, obra de Francisco de Paula del Villar. En 1883, otro arquitecto ocupó su lugar, Gaudí. La cripta, todavía neogótica, se inauguró en 1885. Durante más de un siglo no pagó el permiso de obras al Ayuntamiento, aunque la construcción avanzó a paso de tortuga. Todavía está sin acabar.
Hace unos días, la Junta Constructora de la Sagrada Família presentó las cifras del parque de atracciones en 2023 y tengo que reconocer que son unas cifras espectaculares. El templo había vendido entradas a 4,7 millones de visitantes, el 85% extranjeros. «Todavía tenemos potencial de crecimiento», afirmaron en rueda de prensa los miembros de la junta. Podrían vender 400.000 entradas más al año, pero más no, porque el templo da para lo que da. Quédense con que han vendido un 90% del máximo de entradas que podrían haber vendido el año pasado o cualquier otro año. Lleno total.
Como cada entrada cuesta entre 26 y 40 euros, la recaudación ha sido de 126,9 millones de euros. Un récord absoluto. Alguien se quejó del precio y tranquilos, que eso está resuelto. Por Santa Eulàlia o la Mercè se sortearon 15.000 entradas para los barceloneses. El resto del año, a pagar, que business is business y de algún sitio salen los 41 millones de beneficios declarados en 2023. Guau. Pocas empresas conozco que invirtiendo poco más de 80 millones se lleven 41 millones de beneficios al año, sin apenas riesgos.
De esos ochenta millones y pico, 42 millones van a la construcción del templo propiamente dicha y el año pasado unos 35 millones a restaurar la parte vieja, que se caía a trozos. El resto, personal y limpieza, ya saben. Ah, que se me olvidaba: han incrementado hasta los 2,3 millones el dinero que la Junta Constructora, que depende del arzobispado, dedica a la obra social. Eso es un 1,8% de la recaudación, o un 4,4% de los beneficios. ¡Tanta generosidad de la Junta Constructora para con los pobres y necesitados nos abruma! Recordad: Proverbios, 3, 27-28.
Cabe decir que la Sagrada Família es, ahora mismo, la única actividad económica con proyección internacional que sitúa a Barcelona en el mapa. No hay otra destacable. Se abren negocios, no digo que no, pero no se nos conoce por ellos. Y no me vengan ahora con la Copa América. Pregunten a uno que pase por la calle, cuándo se celebra, qué beneficios traerá a la ciudad o dónde se celebró la última Copa América, quién la ganó, a ver qué les dice. Pregúntense también si ustedes se gastarían una pasta en avión y hotel para seguir la Copa América si se celebrara, digo por decir, en Melbourne o, pongamos algo más próximo, en Valencia. El otro día me enteré de que se celebra este año, y yo convencido de que era el año que viene. Ay, Señor… No me entero de nada, pero quizá sea que se comunica mal, o que no interesa al público.
Sí, la Gran Mona de Pascua es el único foco de atracción internacional de Barcelona, la única apuesta de la ciudad. Y no esperen ideas geniales, ni siquiera la simple ayuda del Ayuntamiento, que llevamos unos años… Ahora mismo, no tenemos ni presupuestos ni confianza en el alcalde, porque ha perdido no sé qué moción. Tampoco está la Generalitat para tirar cohetes y uno ya no cree en los milagros. ¿Cuántos años llevamos así?
Por eso, cuando el presidente delegado de la Junta Constructora de la Gran Mona de Pascua dice que «en diez años podría estar el templo terminado, pero eso depende de la administración». Luego añade que espera que se proceda a la expropiación (sic) de tres mil viviendas para poder cortar la calle Mallorca con una gran escalinata y abrir en canal el barrio hasta la calle Aragó para que se vea bien el parque de atracciones. Temblad, vecinos, porque añade que «tenemos que sentarnos a negociar con el Ayuntamiento de Barcelona y seguro que llegaremos a un acuerdo», dice, «para acordar avances». No está la cosa para expulsar a los mercaderes del templo, me temo.