Renfe promete que invertirá 2,35 millones de euros para mejorar la estación de Rodalies de El Clot. Según sus estadísticas, cada mañana pasan por allí 26.200 personas. Anuncian a bombo y platillo que mejorarán la accesibilidad, pondrán una rampa en el vestíbulo, una nueva instalación contra incendios en las taquillas y remodelarán la iluminación con tecnología led. En total, prevén gastar o malgastar más de dos millones de euros. Y la estación continuará sin ni un lavabo. Con desvergüenza y propaganda falaz, anuncian que beneficiarán a miles de pasajeros, pero nadie ha pensado o ha querido instalar un aseo para la mucha clientela que discurre por las instalaciones.
Inaugurada el año 1854 y soterrada en 1972, la estación del Clot-Aragó es de las más obsoletas y peligrosas para los usuarios del ferrocarril. Tiene andenes estrechos, los tornos de salida no funcionan, forman colas que abarrotan el vestíbulo y facilitan la entrada y salida de defraudadores sin billete, carteristas y ladronzuelos. Sus rótulos lumínicos, se supone que informativos, también fallan e inducen a confusiones. Hay pocos agentes de seguridad. Relojes parados o que marcan distintas horas. La megafonía es lamentable, cuando no inaudible. Luce suciedad, orines y pintadas espantosas por rincones y paredes. Ratas y ratones discurren por las vías. No tiene conexión accesible con los pasillos del metro, y el personal de las ventanillas es insuficiente, lento y malhumorado… Todo ello al presunto servicio de los usuarios de las líneas R1, R2, R11 y RG1, siempre con incidencias, retrasos y huelgas, además de los viajeros de las líneas L1 y L2 del metro de Barcelona, también sin lavabos y con escasos ascensores y escaleras automáticas.

El Clot Aragó es el mejor ejemplo de los peores defectos de Renfe y Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) unidos. Con su ineptitud crónica y constante, ahora Rodalies se dedica al autobombo con una campaña insultante para sus afectados. Titulada “Transformem Rodalies”, es un eslogan engañabobos que anuncia la licitación de las obras, pero amaga la fecha en que se concluirán. Porque como suele pasar, habrá retrasos en sus parches y remedos, saldrá más cara de lo previsto, alguien se aprovechará del dinero público, se beneficiarán intermediarios y comisionistas, aparecerán las subcontratas… Mientras tanto, más molestias acumuladas para los pasajeros del metro y del tren, sin que nadie de Renfe, Adif y TMB tome alguna medida contra las repetidas averías de las escaleras mecánicas y sus empresas de mantenimiento.

Entre tanta pésima gestión, mala imagen, boicots encubiertos del personal de Renfe que no quiere pasar a Rodalies y proximidad de las elecciones, únicamente se salva del caos la cafetería de la estación. Aunque pequeña para tanta clientela, luce un hermoso mural ferroviario en una pared y su servicio trabaja con agrado y simpatía. La variedad y calidad de sus tortillas son un deleite que merecería más fama y popularidad. Además, uno de sus camareros escribe y edita poesía amorosa. Qué buen lugar sería, si hubiese una buena estación. Y un lavabo.