El último temporal ha puesto en evidencia la necesidad de abordar de forma eficaz un grave problema que arrastra el litoral catalán desde hace varias décadas: la pérdida de playas.

Está pérdida se debe no al Cambio Climático sino a la acción perturbadora del hombre sobre el ciclo de equilibrio de las Playas, el cual tiene tres partes fundamentales: el aporte de sedimentos por ríos y rieras, el transporte longitudinal debido al continuo oleaje incidente y el transporte transversal debido a los temporales.

Los embalses y encauzamientos de los ríos y rieras han provocado una importante disminución del aporte de sedimentos a la playa. La presencia de Puertos y espigones de defensa costera representan una interrupción del transporte longitudinal y a su vez generan que el transporte transversal lleve la arena a profundidades superior a las habituales, con lo que los oleajes de primavera no son capaces de devolver estas arenas a las playas. El resultado es el que todos conocemos, playas cada vez más estrechas, y más expuestas a los temporales, que en última instancia son los que de forma más rápida provocan las grandes pérdidas de arena de las playas y la desprotección del litoral.

Las soluciones a estos problemas han sido siempre las mismas: regeneración de playas aportando más arenas del fondo marino o de canteras y la ejecución de espigones perpendiculares o paralelos a la playa.

La regeneración de playas es como un viaje en el tiempo. Se regenera la playa, se gastan millones de euros en aportar miles de metros cúbicos de arena a las playas y dado que las condiciones del medio no varían, al cabo de unos pocos años de nuevo se ha perdido la playa y de nuevo se debe dragar para regenerar las playas. Sin entrar en los temas medioambientales derivados de los procesos de extracción y aporte de arenas, esta solución en ningún caso es definitiva como la realidad nos muestra temporal tras temporal.

En el caso de los espigones perpendiculares, se produce un balanceo de las playas hacia uno de los lados del espigón, y en el otro se produce una pérdida de arena. Ello obliga a la construcción de diversos espigones perpendiculares a la costa a lo largo de toda la playa que proteger. A largo plazo el pie de playa se acerca cada vez más al extremo del espigón, sobrepasándolo y produciéndose la pérdida de arena. Y cuando llega un temporal estas arenas que están a profundidades superiores a las que de forma natural les correspondería son arrastradas mar a dentro a profundidades a las que los oleajes de primavera no son capaces de actuar y por tanto, estas arenas no vuelven a la playa, no vuelven al circuito de transporte transversal “invierno-verano”. Por tanto se produce la irremediable pérdida de arenas y de playas.

Por otro lado, los diques paralelos generan una “sombra energética” que retiene las arenas detrás de ellos, creando tómbolos, que con el paso del tiempo llegan a conectar la playa con el dique, y motivando que la playa entre diques retroceda hasta llegar al paseo marítimo. En estos casos, ocurre algo muy similar al caso de los espigones perpendiculares: el pie de playa sobrepasa el dique y los temporales expulsan a las arenas fuera del circuito invierno-verano.

Estas tres soluciones se han demostrado inútiles y por ello hace años que apenas se construyen elementos de protección costera y cada vez se realizan menos regeneraciones de playas.

Ante esta situación existe una corriente de Gestión Costera que pretende “devolver” la costa al mar, y por tanto “deconstruir” paseos marítimos y edificaciones con la falsa premisa de que ese espacio antes era del mar. Puede que en algunos casos sea así, pero no en todos. Aunque lo que es cierto es que el mar cada vez se adentra en la costa debido a una inexistente política de gestión de los potenciales sedimentos que han de llegar a las playas: gestión de los sedimentos depositados en los vasos de las presas y gestión de los cauces de ríos y rieras para permitir el arrastre de sedimentos e impedir las grandes velocidades de los afluentes en situaciones de rieras, derivadas de los encauzamientos con hormigón, que generan el arrastre mar adentro de las arenas de las playas.

Pero más allá de la necesaria gestión del sedimento potencial, se hace necesaria la gestión del sedimento de la playa: la gestión natural de las arenas de las playas. El problema es que con las regeneraciones y los diques y espigones, se trata de dar una solución estática a un problema variable en el tiempo, y por tanto, la solución como no puede ser de otra manera, está resultando catastrófica, tanto para las playas como para la economía que depende de ellas.

Ante esta situación se propone el uso de la tecnología de los diques hinchables. Estos son estructuras con capacidad de hincharse y deshincharse con agua, es decir con capacidad de “estar y no estar”, y por tanto de dar una solución variable en el tiempo a un problema con clara dependencia temporal. Por tanto esta capacidad de incidir o no en el transporte de sedimentos es lo que permite gestionar las arenas de la playa y por tanto revertir, minimizar el transporte longitudinal hacia el sur hinchando los diques y maximizar el transporte hacia el norte, deshinchando los diques. Sencillo, fácil, dando las condiciones para que la naturaleza actúe y aprovechándonos de ello.

Esta tecnología está siendo desarrollada por Pere-Andreu Ubach y Fernando Hermosilla en colaboración con el Centre Internacional de Métodos Numéricos de la Universidad Politécnica de Cataluña y se ha ensayado tanto en canal de oleaje como en modelo numérico con muy buenos resultados. El siguiente paso es la realización de una prueba piloto, a ser posible en el litoral catalán, que ya estuvo a punto de realizarse poco antes de la Pandemia.