Las asociaciones de vecinos de Barcelona están en contra de la muestra de adhesión a la Fórmula 1 que impulsan la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona con la que explicar a la empresa propietaria de los derechos de esas carreras cuánto amor profesa la ciudad por el llamado Gran Circo.
El propósito es conseguir tal impacto en Liberty Media, que el CEO de la F1, Stefano Domenicali, se avenga a firmar un contrato de continuidad con el Circuit de Montmeló más allá del 2026, cuando expira el vigente. Y ello pese a que ya se ha comprometido con Ifema desde el mismo año y hasta 2035.
Se trataría de reeditar la experiencia del doble campeonato mundial en España que se vivió entre Montmeló y Valencia del 2008 a 2012, y entre Montmeló y Jerez de la Frontera de 1994 a 1997. Ambas acabaron mal, sobre todo la valenciana por las consecuencias económicas para la Generalitat.
La institución ferial madrileña ha recuperado la franquicia de la carrera que durante años había disfrutado el Jarama antes de que Montmeló se hiciera con ella. Ifema, como los políticos madrileños, subraya la necesidad de no perder un euro público en el proyecto y hacerlo casi 100% privado, una forma de recordar las ingentes cantidades perdidas por el erario en el circuito catalán, unos 100 millones en los últimos 15 años.
Es posible que entre los activistas vecinales de Barcelona impere un elemento ideológico contrario a los deportes considerados pijos, o de ricos, como la F1, la vela o el golf; de hecho, su iniciativa solo cuenta con el apoyo de los comunes, un partido que quizá tuviera algo que ver con la pérdida de Montmeló cuando mandaba en consistorio barcelonés.
No obstante, sería exagerado decir que un desfile de bólidos en el centro de Barcelona, desde el paseo de Gràcia a la altura de la calle Aragón hasta la plaza de Espanya como el que se proyecta para antes del 12 de junio es una gran idea. Es una forma de mostrar el fervor de los ciudadanos que se hacinarán en las aceras para contemplar en vivo a héroes como Max Verstappen o Fernando Alonso, imagen que a más de uno recordará aquella mítica y amarga Bienvenido, míster Marshall.
Sin duda, la F1 puede ser positiva para la ciudad, como la Copa América y el MWC, como las maratones y las cursas, como las jornadas de obrim els carrers y las calçotadas populars, como las fiestas de barrio y las de la Merçè, como la Volta y el Sant Jordi; como el turismo que nos invade todos los días y a todas horas. Pero, por los clavos de Cristo, cuándo habrá una tregua para los ciudadanos, para cuándo una guerra al ruido, una pacificación real de nuestras calles.