La semana pasada se cumplieron 161 años de las primeras imágenes del foto-reporterismo registradas en Barcelona. Y el próximo mes de mayo se expondrán en el MNAC los doce catálogos de la Primavera Fotográfica de Barcelona, que se celebró desde 1982 hasta 2004. Ambas efemérides evocan los años en que la primavera barcelonesa se llenaba de fotografías de todo el mundo. Desde los clásicos internacionales, hasta los jóvenes talentos locales. Las primeras imágenes datan del 19 de abril de 1863 y sus autores fueron los fotógrafos barceloneses Moliné y Albareda. Los hechos retratados transcurrieron como sigue, según el tenso y emocionante relato Josep Maria Cadena, sabio del periodismo catalán.
“El funámbulo Blondin, famoso por haber atravesado las cataratas del Niágara, entusiasmó a los barceloneses cuando atravesó la plaza de toros de la Barceloneta con un hombre sobre sus espaldas por una maroma que tenía más de 112 metros de largo y colocada a 45 metros de altura. Antes ya había sido aplaudido en el Liceu, pero fue la primera vez que Blondin actuó en Barcelona con un hombre encima. Su ‘paquete’ era el joven Guillem Alexander, hijo de un conocido constructor de máquinas, muy popular en Barcelona. Blondin realizó el recorrido con gran seguridad; incluso cuando estaba a medio trayecto, se permitió aguantarse durante unos segundos sobre un solo pie. Cuando finalizó el ejercicio y el público le regraciaba con grandes aplausos, los fotógrafos Moliné y Albardea obtuvieron el permiso de Blondin para hacerle unas placas y fue el primer caso conocido de reporterismo gráfico en Barcelona.”
Muchos años después, el fotógrafo Pep Rigol cofundó la Primavera Fotográfica de Barcelona. Diversas exposiciones simultáneas dieron conocer desde fotógrafos históricos como Henry Cartier Bresson, Robert Capa, Joan Colom… hasta los novísimos de la generación de los 70, como Colita, Pepe Encinas, Quim Manresa, Agustí Carbonell, Albert Aymamí, Joan Guerrero… Pasando por veteranos como Leopoldo Pomés, Josep Brangulí, la saga de los Seguí… Un incompleto listado de lujo y de instantáneas fantásticas conservadas en doce catálogos que son codiciados objetos de deseo en el mundo de la fotografía y del coleccionismo que la aprecian y valoran como una más de las bellas artes. De ahí que el catedrático y director del MNAC, Eduard Carbonell, le abriese las puertas y le dedicase un espacio interesantísimo y en crecimiento.
El fin de la Primavera Fotográfica fue otra de las grandes ideas muertas de éxito. Porque lo que comenzó como una bienal, entre reivindicativa y pedagógica, creció hasta esparcirse en más de 150 exposiciones por locales y galerías de la ciudad, y era imposible visitarlos todos. Influyeron también en su glorioso final, según Rigol, la evolución tecnológica y conceptual, la moda de las proyecciones audiovisuales, el desinterés de algunos políticos al frente de la cultura, Madrid creó Fotoespaña… De este modo, “se perdió la magia y el hipnotismo de los tiempos vocacionales”, recuerda Rigol, autor y coleccionista de catálogos fotográficos fascinantes. Así que esta primavera bien vale subir a Montjuïc e imaginar aquel funámbulo en equilibrio por la maroma del tiempo.