Cornudo, arrastrado y baboso, el caracol es el plato típico catalán que más odian los turistas extranjeros. Según el portal de Taste Atlas, “Los caracoles terrestres comunes, conocidos como caragols en catalán, son un manjar gourmet muy apreciado en España, especialmente en Catalunya, Andalucía y Valencia… y se han presentado como un ingrediente básico en la cocina tradicional”. Sin embargo, el caracol ha pasado a encabezar la lista de platos catalanes más detestados, por delante de los fideos a la cazuela que, el 2023, según un tal Ivan Bourkov: “Alguien decidió simplemente poner macarrones en una paella en lugar de arroz y cerdo en lugar de marisco... Es un plato terrible”.

¿Qué te parece el listado? ¿Estás de acuerdo? ¿Tú también odias los caracoles o crees que estamos ante un tema de criterio internacional dudoso?, se pregunta Daniel Guillén en Crónica Global. Su colega Daniel Cáceres añade que el gusto es subjetivo y “¿estamos ante un tema de criterio internacional harto dudoso?”. Sin duda. Porque en la catedral de Barcelona hay la escultura de un hermoso caracol entre las gárgolas. Es la insultante venganza de los albañiles contra el maestro de obra. Además, en muchas culturas el caracol es símbolo de fertilidad, aporta energía femenina y se considera comida afrodisíaca. Paciente y perseverante, trae buena suerte y augura transformación y renovación. El Diccionario de la RAE define especies tan sugerentes como boyuno, chupalandero, mur, sapenco, serrano, judío y moro (en Lleida, el adorado bover).

Se demuestra, otra vez, la incultura y el mal gusto típicos del turismo de alpargata, perros sueltos, birra y comida basura, en su lista negra de cien peores platos españoles y catalanes que no entienden ni saben disfrutar. Destacan: las albóndigas picolat de la Francia fronteriza con Catalunya, el xató, la esqueixada, el trinxat, la samfaina, la mona de Pascua, la coca de Sant Joan, los carquinyolis, las neules navideñas… Es decir, desde los entrantes hasta los postres. En la gastronomía negra de España figuran: bocadillo de sardinas,  bocadillo de carne de caballo, bocadillo de morcilla,  bocadillo de verduras, gazpacho de mango, arroz al horno, morcilla patatera, conejo al ajillo y hojaldres de Astorga.

Estas nuevas embestidas contra el arte de comer y contra la gastronomía popular y sentimental de Catalunya y España recuerdan las maldiciones contra el aceite de oliva cuando a Estados Unidos le interesó sacarse de encima sus excedentes de aceite de girasol. O cuando se difamaba a la gamba mediterránea por envenenar con mercurio. O las campañas alemanas contra las fresas andaluzas. Y como ahora, que se importan frutas y verduras de Marruecos por turbios intereses políticos y económicos… Así que algo huele a podrido en el portal portavoz de turistas impresentables que no respetan nada y despotrican hasta de los caracoles. Animalitos que no molestan a nadie, circulan despacio, llevan su vivienda a cuestas, son beneficiosos para el campo, parques y jardines… Y una vez en la mesa, honoran aquella definición que dice que la gastronomía es el paisaje en el plato. Cornudos, arrastrados y babosos, también sirven para retratar a bastantes seres humanos.