No tienen bastante con haber situado a los estudiantes de Catalunya en la cola del listado Pisa sobre educación. El vergonzoso y catastrófico resultado en comprensión lectora y ciencias está por debajo de la media española. Pero ahora suprimen las lecturas obligatorias de literatura catalana y castellana en la selectividad. Una selectividad que, con más de un 90% de aprobados, no selecciona nada. Es una bufanda económica o una paga extra enmascarada para los funcionarios que redactan las pruebas, los que vigilan los exámenes y los que los corrigen. Hubo un tiempo en que los culpables de la mala educación en Catalunya miraban a Noruega como modelo de éxito. Ahora se descubre que era para hacer exactamente lo contrario.
Noruega ha tomado medidas para mejorar la comprensión lectora y “aumentar el amor por la lectura”. La Generalitat, por el contrario, elimina las actuales lecturas de autores como Joan Puig i Ferrater, Mercè Rodoreda, Carmen Laforet y Buero Vallejo. Los chusqueros de partido político incrustados en el Departamento de Educación tienen el cinismo de afirmar que “la actividad de lectura durante el curso será obligatoria”. Y añaden que pretenden “asegurar que los estudiantes continúen desarrollando su capacidad de análisis y comprensión literaria”. Justo lo opuesto de lo que predican y practican. En Noruega han tomado medidas para fomentar la lectura en escuelas, hogares y bibliotecas porque la ministra responsable lo considera “fundamental para la vida cotidiana y la democracia”. Para ello, invierten más millones que nunca en libros de texto en todo el país. Y han reafirmado la necesidad de volver a los libros físicos para mejorar la comprensión lectora.
En las antípodas, la Generalitat invierte en tabletas, pantallas y ordenadores suministrados por empresas relacionadas con altos cargos en el poder. El país nórdico ha creado un “tiempo de lectura” para reforzar la educación lectora en las escuelas. La Generalitat se conforma con aconsejar “fragmentos” de Santiago Rusiñol, Salvat-Papasseit, Miquel Llor, Salvador Espriu, Jesús Moncada y  Maria-Mercè Marçal. De la literatura en castellano, propone sólo veinte poemas del Siglo de Oro; veinte capítulos de El Quijote; La vida es sueño, de Calderón; Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán; Luces de Bohemia, de Valle-Inclán; y Luciérnagas, de Ana María Matute. La ley del mínimo esfuerzo y pudiendo cambiarlas a gusto de cada docente.
Incapaces de reconocer y corregir errores, los mandamases, los gestores de la educación y los dos lobbies de la enseñanza continúan favoreciendo las pantallas y las tabletas contra el soporte libro. Unos porque quieren salvar el mundo acabando con el papel y con el rito y placer de inclinar la cabeza ante un libro en las manos. Otros, porque les interesa una sociedad más inculta, más obediente, menos crítica y de más gentes sin letras. Como prefieren los fragmentos, dijo don Quijote: “Por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saben leer, y gobiernan como unos gerifaltes”. Añadió Sancho Panza: “He visto ir más de dos asnos a los gobiernos”. Por esto los asnos gubernamentales de ahora los envían al ostracismo.