Se cumple medio siglo de la frase “Barcelona está enferma”. Fue la primera del libro ¿Barcelona, a dónde vas? (Editorial DIROSA, 1974). Sus autores: Francisco Martí Jusmet (Barcelona, 1946) y Eduardo Moreno Ibáñez (Freila, Granada, 1932-Barcelona, 2024). Fue un reportaje de denuncia de los males urbanísticos de la ciudad, la degradación política municipal y la especulación urbanística. Su amigo y editor, Manuel Millán Mestre, le prepara un homenaje. Creyó que era un libro para minorías del que vendería unos 7.000 ejemplares. Pero superó los 70.000 y aún se compra en internet y en librerías de lance. Milián Mestre es conocido como uno de “los tres tenores” de la tertulia televisiva que dirigía Josep Cuní. Periodista, historiador, fundador del PP y exdiputado, pertenecía a la derecha antifranquista y catalanista. Y, tal y como recuerda el exvicepresidente republicano e independentista, Josep Lluís Carod Rovira, fue de aquellos diputados peperos que cantaban Els Segadors en el Parlament. Emocionante mientras duró. Pero tempus fugit. 

“La población se encuentra, tras dos mil años de existencia, mucho más huérfana de ideas, y lo que es peor, de ideales”. Escribieron Martí Jusmet y Moreno. “La ciudad en la historia es antes que la nación”, evocaban. “Existieron ciudades-estados, e incluso ciudades-imperios sin conocerse el concepto de nación”, insistían. Moreno era especialista en urbanismo y, recuperada la democracia, coordinó la agricultura y los parques naturales de la Diputación de Barcelona. Martí Jusmet era socialista, concejal del primer consistorio democrático y después delegado del Gobierno en Catalunya. Ambos hicieron la primera radiografía crítica de la ciudad, que devino libro de referencia de antifranquistas y postfranquistas interesados en el urbanismo y en los movimientos vecinales de Barcelona. 

Aquel verano del 74, “Barcelona es una urbe de cemento y asfalto, cuyos resultados son la ciudad más densamente poblada del mundo, después de Calcuta, Londres, Tokio y Nueva York”. Algo que crónicas de 1821 ya lamentaban, porque “en Barcelona no se cabe”. Según un famoso médico barcelonés: “Barcelona es una ciudad muy rentable para los médicos, pero poco aconsejable para vivir en ella”. Como dato de escándalo: “el Ayuntamiento del notario y alcalde José María Porcioles había gastado más millones en pavimentación que en enseñanza primaria, asistencia social, salubridad y asistencia médica sumadas”.

Los barrios periféricos eran ciudades dormitorio, había núcleos con más de 3.000 chabolas y miles de personas sin techo. Se contabilizaban 40.000 pisos caros que se veían obligados a compartir mas de 70.000 familias realquiladas. Y el déficit oficial de viviendas se cifraba en más de 80.000. Cifras de oprobio y espanto que, medio siglo después, la alcaldesa Colau y sus equipos sólo consiguieron aumentar y empeorar a base de desbaratar los progresos y legados de los alcaldes Serra, Maragall, Clos, Hereu y Trias. Ahora, cabe esperar que Collboni se relea el libro Barcelona a dónde vas, compare el rumbo de la ciudad y consiga recrear aquella ejemplar concordia política de cuando el PP cantaba Els Segadors y los comunes no existían.