En septiembre se estrenará una película de terror sobre la estación de metro Rocafort, la más paranormal de Barcelona, dicen sus promotores. Protagonizada por jóvenes promesas del cine español y dirigida por Luis Prieto, la historia de ficción transcurre entre leyendas urbanas de subsuelo, con especial atención a los fenómenos sobrenaturales. Publicitada como thriller psicológico, cuenta con el apoyo financiero de una entidad bancaria. Lo cual tiene su lógica cuando de miedos y de vampiros chupasangres se trata. Pero por buena voluntad que le pongan los implicados y la farándula subvencionada, no podrán evitar que la realidad supere a la ficción. Porque cosa más terrorífica que el metro no se ha visto en Barcelona. Y no hace falta remontarse a 1956, cuando el misterioso escritor barcelonés J. Enrich publicó su célebre novela Crimen en el Metro. Era ficción. Lo que viene a continuación es una historia realmente espantosa.

El relato comienza en 2015. Ada Colau promete que cuando sea alcaldesa viajará en Metro. No lo cumplió. Con la seguridad como excusa, se subió a un coche oficial de 50.000 euros, con chófer y escolta. Fue uno de los pocos favores hechos al pasaje de clase baja, ya que verla acabada de levantar, mal peinada, mal vestida, malhumorada y resentida pudo ser terrible. Sin embargo, todo puede empeorar. En 2019, la concejala comunera Mercedes Vidal se fue de la cofradía de Colau, y concejal Eloi Badia asumió la movilidad. Uno de los ediles más aterradores del clan colauista. Enterrador al frente de Cementiris, todo lo que tocó lo mató, así que siguen por los juzgados diversos presuntos delitos y cacicadas en nichos, jardines, energía, aguas, contaminaciones… Escondido tras la inmunidad como diputado, en las últimas elecciones se presentó como candidato por Gerona. Por suerte, para la Ciudad Inmortal, las míticas moscas que salen de las narices del patrón Sant Narcís le hicieron huir cual alma que lleva el diablo.

Para seguir empeorando todo lo que pueden, de la movilidad y el metro se ocupó otro fantasma. El concejal Pau González. Un conductor de metro que fue trepando hasta ser uno de “Los 24 enchufados de Colau”. Al quedarse sin acta de concejal tras las pasadas elecciones, Colau lo repescó como asesor con un sueldo de 4.903 euros mensuales, que son 68.642 euros anuales, más dietas y prebendas. Antes ya fue asesor de la concejalía de Derechos de Ciudadanía y Participación, bajo la bota de los comunes. Además de escalar hasta llegar a buscar excusas y mentiras en la pésima atención al cliente del metro, es un profesional de las puertas giratorias. En excedencia en el metro, para bien del pasaje, no consta que quiera volver a su puesto de trabajo con pánico al trabajo.

El resultado es que las aguas residuales de los comunes han dejado un metro con averías permanentes, obras de nunca acabar, estaciones fuera de servicio, otras sin lavabos, otras con accesos no adaptados para personas con problemas de movilidad… Agresiones a los trabajadores de seguridad, gran negocio de carteristas, escenario de peleas brutales y una oleada cotidiana de navajazos. Con semejantes personajes y hechos reales, sobra material escalofriante para un documental sobre los verdaderos terrores del metro.