Ayer publicaba en Crónica Global un artículo titulado: Cuatro mensajes y un error de Illa. En tan solo tres semanas, el president Illa ha lanzado una serie de mensajes que indican el camino de su mandato. Alejado de las algaradas y las salidas de tono, envuelto todo en el debate identitario. Con Illa vuelve la certidumbre y un gobierno que toma decisiones y rápido. Me dejé un mensaje en el tintero, el quinto: el encuentro institucional con el alcalde de Barcelona. 

Hacía muchos años que no se veía esta imagen de un presidente y un alcalde socialista. Se vieron Maragall y Clos y más tarde Montilla y Hereu. Se han desperdiciado muchos años en cuitas y posiciones demagógicas y ultramuntanas, en la mayoría de casos, que desembocaron en una Barcelona triste, antipática y, aunque me duele decirlo, provinciana. Illa y Collboni se vieron con normalidad. No hubo lío de banderas, para cabreo del tardoindependentismo más irredento, ni tampoco soflamas. Ambos anunciaron sus prioridades: vivienda, seguridad, movilidad, barrios y mejora del espacio público. 

No es ninguna mala noticia que la Generalitat y el ayuntamiento de la capital de Catalunya se pongan de acuerdo y más si este acuerdo trata de afrontar los problemas acuciantes de Barcelona y del conjunto del país. Collboni ha presentado el plan de vivienda más ambicioso de los últimos años y no rehúye el debate sobre seguridad. Seguramente que Illa y Collboni estén al frente de las dos instituciones más importantes ayudará que Mossos y Policía Municipal afronten con mayores garantías la inseguridad que impera en la ciudad. Y no olvidemos que Núria Parlón ha sido alcaldesa y es más que consciente de la situación. Parlón y Collboni impulsaron las medidas contra la reincidencia. La voluntad fue buena, pero los resultados escasos. No estaría de más que redoblarán los esfuerzos en este aspecto. Pero además, Collboni no tiene pelos en la lengua apostando por debatir sobre la tenencia de armas blancas que campan a sus anchas en las calles de la ciudad y ha hecho los deberes sobre este tema pensando en las fiestas de la Mercè. 

La seguridad es una tarea policial, pero no solo. Si hay mejor calidad de vida en los barrios, se aumenta la actividad económica y se crea empleo, si la movilidad mejora y hace la vida más fácil, la percepción de seguridad mejora porque la seguridad es la consecuencia de muchas variables.

Collboni e Illa, Illa y Collboni, tanto monta, monta tanto, tienen retos importantes ante sí y para solventarlos necesitan presupuestos. Y a ello se han afanado en estos días. Illa debe abrir la negociación con ERC y los Comunes, y Collboni debe intentarlo también aunque siempre le queda la carta -por suerte- de la moción de confianza. El problema de Barcelona es que los Comunes siguen en su travesía del desierto y perdidos en España, Catalunya y Barcelona. Fuera de Barcelona en el campo municipal son una anécdota. Mientras ERC y Junts al menos afrontan un proceso interno para dirimir su futuro, los Comunes siguen en su letargo y con Colau no dispuesta ni a irse ni siquiera a analizar errores. No es esta buena noticia para Barcelona. Una lástima que la izquierda del PSC se haya convertido en un convidado de piedra.