El 15 de junio de este año El País publicaba un artículo titulado “Barcelona sin modelo”. La firmante, la jefa de la oposición en el consistorio, la exalcaldesa Ada Colau. Según la líder de los Comunes durante su mandato la ciudad había dado “respuesta a la mayoría de retos del siglo XXI” y tenía “reconocimiento internacional”. En el resto del artículo, Colau supuraba por la herida y cargaba contra el alcalde Collboni. Es su opinión, pero una opinión cada día menos compartida. La ciudad está ahora más limpia, aunque los grafiteros siguen siendo un problema, tiene un proyecto para construir 1700 viviendas bastantes más de las que su gobierno inició, la coordinación y los nuevos baremos de funcionamiento en seguridad también están dando sus réditos, el ruido con el sector de la restauración se sustenta en el consenso y la inversión empresarial ha dejado de ser el modelo a batir. En conclusión, el modelo cosmopolita de Collboni si tenía impacto internacional -Copa América, formula 1, Louis Vuitton y todo sin vender la ciudad- frente al modelo de decrecimiento de Colau, o sea Barcelona volvía a la sensatez.

El artículo presagiaba brega de Colau contra Collboni, pero tan solo tres meses después la cosa ha cambiado. Salvador Illa es presidente de la Generalitat tras unas elecciones provocadas por los Comunes en las que perdieron dos diputados. Sumar no pasa por su mejor momento y las relaciones entre Yolanda Díaz y Ada Colau son prácticamente inexistentes porque la primera le negó ser ministra -prefirió a Ernest Urtasun- y no contó con ella para ser cabeza de cartel en las europeas. Y dentro del partido la tensión es evidente. Los Comunes han perdido todo el poder institucional -solo gobiernan El Prat y Montornés y apenas están gobernando en una decena de ayuntamientos como socio menor- y su mayor bastión, Barcelona, es algo que fue pero que no es.

Collboni gobierna en minoría sin demasiados problemas más allá de ir saturado de trabajo el equipo de gobierno. Cuenta con ERC en muchas cuestiones y está a la espera del congreso de los republicanos para que éstos entren en el cartapacio municipal. Junts también prepara su congreso y el grupo municipal dirimirá que quiere ser de mayor, aunque el candidato/a tendrá que esperar. Los Comunes transitaban en su derrumbe electoral, social e institucional sin crítica, ni autocrítica, al menos pública. De golpe, con la resaca vacacional Ada Colau anuncia su adiós para dedicarse a la promoción internacional de Cataluña en Comú en Europa, algo que nos tendrá que explicar. Un adiós que por lo que dice no es un punto y aparte, es un punto y seguido porque pretende volver a presentarse en 2027.

Lo de la promoción internacional viste mucho pero hay que darle contenido y en política cuando te vas tienes la silla ocupada a la vuelta y tras tres años fuera del campo de juego los ciudadanos no tendrán la misma visión de Colau. Ya no la tuvieron en las últimas elecciones.

Tres meses después el que no tiene modelo, el alcalde Collboni, sigue y sigue con fortaleza y Colau se va a lo Nino Bravo con su “me voy pero te juro que mañana volveré”. Colau seguro que se nos pone estupenda y nos dirá “cruzaré llorando el jardín, y con tus recuerdos partiré, lejos de aquí”. Dejará alguna lagrimita, muy de Colau, y nos dirá que ella será un baluarte frente a la ultraderecha en Europa, pero para serlo hay que picar piedra. No vale solo con darse un paseo por Estambul para liderar la flotilla por la paz que debía partir a Gaza y que nunca llegó. De hecho, ni siquiera salió. ¿Liderar? ¿Por encima de los grupos parlamentarios europeos de izquierda? Difícil papel tiene la exalcaldesa.

En los próximos días se concretarán más cosas. La primera, quién toma el bastón de mando en los Comunes. La segunda, cuál será el papel de la formación. Solo una cosa, en tres años pueden pasar muchas cosas. Por ejemplo, que Illa y Collboni se consoliden -y tienen vocación de hacerlo- y le podrán lanzar un claro mensaje “Más allá del mar habrá un lugar, donde el sol cada mañana brille más. Forjarán mi destino las piedras del camino. Lo que nos es querido siempre queda atrás”, otra vez de la mano de Nino Bravo. Y señora Colau, el pasado no vuelve. Collboni sigue y Colau se va, y con ella ya se han ido tres.