Hay mensajes que se han instalado en la psicología colectiva. Y es el momento de dejarlos de lado con cierta contundencia. Barcelona es, en estos momentos, una ciudad viva, con chispa, con mucha actividad en distintos ámbitos. Podría ser una ciudad distinta, con una mayor proyección, o con un crecimiento económico más alto. Pero también podría haber derivado en una especie de Aix-en-Provence. Una prueba de lo que sucede en la capital catalana lo aporta el teatro. Hay potentes productoras de contenidos, empresas privadas, e instituciones públicas que cuidan el talento. Y todo ello lo valoran los espectadores. Barcelona ha superado el récord histórico de asistencia al teatro en la pasada temporada, y también ha batido la recaudación. Se superaron los tres millones de espectadores y los 92 millones de euros en caja. El anterior récord se consiguió en la temporada 2011-2012.
Las producciones han sido muy variadas, con musicales y obras de texto, con historias contemporáneas y con clásicos. El mensaje que se había instalado, sin embargo, es que Madrid había superado con creces a Barcelona. Al margen de esa enfermiza comparación, es necesario constatar que son modelos distintos. Y está bien que así sea. En la capital española, los musicales tienen un peso decisivo, porque, como Londres o Nueva York, las salas reciben a muchos espectadores de paso, que buscan un momento de ocio. Pero también Barcelona ha sabido atraer a públicos más masivos, con espectáculos como Nada es imposible, del Mago Pop, en el Teatre Victòria, o con el musical The producers, de Àngel Llàcer y Manu Guix en el Tívoli.
Otra de las cuestiones que es objeto de polémica es la lengua de esas producciones teatrales. Lo primero, como señalaron este lunes la Associació d’Empreses de Teatre de Catalunya (Adetca), que preside Isabel Vidal, y los Teatres Públics de Barcelona, que se debe destacar es el propio dinamismo empresarial: el 65% corresponde a producciones catalanas, más de 800 montajes teatrales. El 54% de los espectáculos vistos han sido de autores catalanes, frente al 18% del conjunto de España y el 27% de autores extranjeros. Pero la lengua catalana ha copado el 39% de las producciones, mientras que en lengua castellana se han montado el 30% de las producciones. Es decir, el teatro en Barcelona no es solo en catalán, como en muchas ocasiones se señala con severidad.
La gala Catalunya Aixeca el Teló, celebrada en la noche de este lunes, dio el pistoletazo de salida a una nueva temporada. Fue un espectáculo dirigido por Paco Mir y con Carme Conesa como maestra de ceremonias. Y se celebró en el Auditori-Teatre de Sant Cugat del Vallès.
En la presentación de los datos, por parte de Adetca y de Teatres Públics de Barcelona estaba el Presidente Honorífico de Adetca y presidente del Grupo Focus, Daniel Martínez. Lo que señaló es ilustrativo. Consideró Martínez que los nuevos tiempos lo han complicado todo mucho, y que la fuerza del teatro reside, precisamente, en resistir la presión de tantas tentaciones, marcadas por las redes sociales. Llegar a esa cantidad de espectadores, que asisten “en silencio telefónico y en la oscuridad digital”, durante mucho rato, solo pendientes de lo que sucede en el escenario, es “un avance contra la ignorancia”. Tomando esa expresión, se puede decir que Barcelona y el teatro han establecido una alianza “contra la ignorancia”. El teatro ofrece entretenimiento, invita a reflexionar sobre muchas cuestiones, exige una cierta relación social con otras personas, obliga a salir de casa, y a dejar las pantallas digitales.
La ciudad está viva. Hay actividad económica. Y hay dinamismo cultural, para la población local, para la que está de paso, para el turista que quiera tomar contacto con la realidad cultural de la ciudad. Hay mucho por hacer en muchos ámbitos, pero algunos datos hay que celebrarlos.