Barcelona está entre las diez ciudades más maleducadas de Cataluña y España. Peor que Madrid. Son datos de la plataforma de aprendizaje de idiomas Preply, que sitúan Barcelona como séptima ciudad más maleducada. La mejor es Vigo y la peor, Santa Cruz de Tenerife. La decadencia causada por Colau, su banda y los procesistas han perjudicado el reconocimiento internacional como urbe de vida cultural y ambiente acogedor.

El estudio revela el retroceso en cuestiones de urbanidad y etiqueta. Sus habitantes no son amables con los visitantes foráneos, que se sienten incómodos. Por el contrario, considera bastante alto el nivel de educación y cortesía en Cataluña y España. Pero Barcelona adolece de falta de modales y buenas formas. Las personas encuestadas citan ejemplos de mala educación como estar todo el rato al teléfono en público. No acoger a forasteros o hacerlo con mucha antipatía. Ver vídeos en público, montar bullicio y dar propina. Y ningún encuestado ha destacado la buena educación en ninguna población catalana.

Corría mayo de 1967 cuando en aquella ciudad de Ferias y Congresos se publicó el libro Cortesía juvenil. Su autor, Emilio Alonso Burgos. Su lema: “Siempre agradar, nunca ofender”. Ediciones don Bosco. Nihil obstat: Dr. Michael Pereña, Censor. Imprimatur FR. Franciscus. Episcopus Salmánticus. Es decir, salesianos, donde se formó parte de las élites barcelonesas en ámbitos políticos, económicos y culturales. Pero parece que con el supuesto avance de los tiempos de nada sirve toda la cortesía de entonces.

Desempolvado aquel manual de un baúl carcomido, resulta curioso. Además, podría ayudar a los esfuerzos de entidades hoy tan relevantes como Consorcio Turismo Barcelona, Barcelona Oberta, Barcelona Activa, BCN Promoció… Y lo que tiene más guasa es que Barcelona pertenece a la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras.

Mirando hacia atrás sin nostalgia, ejemplos de cortesía en la calle  eran: “La acera es un lugar de paseo y no de estacionamiento”. “Evita todo sonido estridente”. “No escupas, ni arrojes al suelo papeles, cáscaras ni desperdicios”. “Reprueba con la máxima indignación toda manifestación de gamberrismo”. “Al pasar por poblados no te rías del vecindario, sus costumbres o maneras de vestir y hablar”.

En el capítulo dedicado al turismo nacional y extranjero, se lee: “Respeta siempre al forastero… No te rías de su manera de hablar o de sus costumbres, pero tampoco te quedes embobado contemplándolo.” “Jamás una palabra hiriente por haber tenido la suerte de nacer en cualquier nación”. “Escucha, calla, aprende  y alaba”. Y especialmente: “Respeta a la mujer. Se suele ver jovencitos y mozalbetes que con la mayor desvergüenza y atrevimiento se ríen de ellas, les arrojan objetos, les dicen palabras molestas, expresiones que hacen sonrojar, sobre todo a las muchachas.”

Comparado con entonces, actuales ejemplos de falta de cortesía en la Barcelona maleducada son: navajeros que amenazan, roban y matan.  Delincuentes comunes de Arran que atacan y ensucian comercios y monumentos. Matones que disparan a los turistas con pistolas de agua. Bandas y sujetos que violan a las mujeres…

¿Qué se hizo de aquella ciudad que fue “archivo de la cortesía”, según Don Quijote?