El alcalde Collboni anda preocupado por lo que su teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, llamó “cultura de la navaja”. Un disparate lingüístico, técnico y conceptual, que ha sido la más notable aportación de Batlle a la lucha contra la inseguridad ciudadana. Porque desde que ocupó su cargo, los delitos aumentan sin cesar y la excusa de la falsa percepción de inseguridad no se ajusta a la realidad ni a la verdad. Navajazos, machetazos y otros delitos cometidos con armas blancas no son una cultura, sino, como máximo, una subcultura que desde 1920 significa “formas colectivas de desviación” practicadas por grupos minoritarios. Por tanto, los delitos con armas blancas no merecen ser elevados a categoría de cultura. Y menos por el responsable de la seguridad y la inseguridad de Barcelona.
“Se afilan tijeras, cuchillos y machetes”, voceaba un afilador por las calles de Sant Boi de Llobregat, hace más de diez años. Había añadido el machete a los tradicionales objetos domésticos. Aunque seguramente no sabía que cuchillos de cocina, tijeras, agujas de calceta y destornilladores son consideradas armas blancas. Y así constan en la lista de armas blancas de la Guardia Civil, que contiene más de cincuenta objetos cortantes y punzantes. Espadas, hachas, catanas, bayonetas, dagas, puñales, sables, alfanjes, cimitarras y otros de diversas culturas. Además del clásico español bastón-estoque, hoy en desuso.
Para saber más, Batlle y Collboni podrían leer los: 60 estudios, ensayos y curiosidades sobre armas blancas antiguas, tratado de Vicente Navarro y divulgado por el académico y esgrimista Arturo Pérez –Reverte. Un ameno paseo por la evolución de las armas blancas que han existido desde tiempos protohistóricos. Así pues, la teoría que atribuye los machetes a la “cultura” de las bandas latinas de Barcelona no se sostiene. Porque el simbolismo de este armamento es historia, evocación y reflejo de nuestros antepasados.
Hace tres años, Batlle y Colau reinauguraron el Museo de la Guardia Urbana de Barcelona. Pero en la presentación oficial del Ayuntamiento en Internet no se menta a la antigua estrella del museo. La protagonista del más escalofriante navajazo que tuvo lugar en la ciudad mucho antes de las bandas latinas. Ocurrió en Las Ramblas, donde había un famoso negocio de cuchillería. En su escaparate lucía una navaja albaceteña de unos dos metros de largo, que era un popular objeto de decoración. Hasta el día que un demente entró en el comercio, robó la gran navaja, salió a la calle y, sin mediar palabra ni razón, atacó por la espalda a un guardia y lo atravesó de parte a parte.
Por todo ello, no es raro que las armas blancas preocupen ante las fiestas de la Mercè. En espera de ver qué logran Batlle y compañía, mejor cruzar los dedos y recordar a Makinavaja, el último choriso, pequeño delincuente barcelonés nacido en la revista El Jueves que hizo cine, televisión y teatro, y fue creado por Ivà, en paz descanse. Y a la barcelonesa Orquestra Plateria interpretando la canción Pedro Navaja que dice: “Sorpresas te da la vida, ay Dios./ Pedro Navaja matón de esquina/. Quien a hierro mata, a hierro termina”. Aquello sí fue cultura.