Promoción de viviendas, proyectos participativos, más bicicletas eléctricas, mejor salud financiera, promoción internacional de la ciudad con la Copa América de estandarte, son el goteo de noticias -y buenas- permanente que están formando una nueva Barcelona que culmina con un barómetro municipal que aprueba la gestión del ayuntamiento en un 80% y se refuerza un tema no menor: el orgullo de vivir en Barcelona.

Los problemas siguen. Vivienda o seguridad se llevan la palma, pero nunca, como hoy, la promoción de vivienda es noticia continua. Y la seguridad, o mejor dicho la sensación de inseguridad, también lidera el ranking pero el cambio de inquilino en el Palau de la Generalitat ha significado un revulsivo en la lucha contra la delincuencia con un consistorio más activo y menos permisivo. Más colaboración y más policías han protagonizado un espectacular cambio, por ejemplo, en unas fiestas de la Mercè que han resultado modélicas.

También ha vuelto la sensatez y los proyectos participativos se alejarán de veleidades anteriores y el urbanismo táctico será sustituido por urbanismo razonable, aunque siguen vigentes algunos “bolets” como la Vía Augusta. Hemos dejado atrás el dentista municipal y en la cuneta el referéndum que pretendía cambiar el suministro de agua, solo por cuestiones que nada tenían que ver con el servicio.

Orgullo de vivir en Barcelona porque la ciudad está más limpia, pero siendo serios el incivismo sigue campando a sus anchas, pero como dice el dicho todo se andará. El cambio de Barcelona, a mejor, es sustancial y hay que seguir remando en esta línea. Por eso, defiendo fervientemente la ampliación del Gobierno municipal. Los proyectos no están en peligro porque la oposición es inexistente porque Junts está en busca de su arca, léase líder, perdida; los Comunes no salen de veleidades y de salidas de tono en su particular versión de esta casa es una ruina, y ERC sigue deshojando la margarita hasta el 30 de noviembre, y tal como pintan las cosas en los republicanos el desenlace podría posponerse hasta el 15 de diciembre porque difícil tienen los candidatos superar el 50% en la primera vuelta.

Con este panorama, Jaume Collboni gobierna y los proyectos no están en peligro, pero tener una mejor mayoría no es un problema, es una oportunidad. Aunque vistas y oídas las propuestas de los Comunes se me antoja un imposible que desde la radicalidad se vea la realidad. Vamos, dicho en Román Paladino, mucho mejor España que México señora Colau, que a cuenta de su discurso se ha pegado unos días de relax en México, que sumados a la escapada en Estambul se asemejan a unas vacaciones pagadas. Por el ayuntamiento, of course. México, guste o no, a la izquierda comunera que ahora lo ha convertido en referente es lo más parecido a un estado fallido. Lo sucedido en el estado de Guerrero con el asesinato del alcalde de la capital es el primer “éxito” de la nueva presidenta que abre el frente de cambio histórico porque es incapaz de cambiar el día a día de hoy. Ella ha llegado ahora pero su partido en estos últimos cuatro años ha demostrado ser incapaz y eso siempre se ha calificado como cortina de humo.

Daniel Sirera, líder de PP, se ha apresurado a coger la bandera de la oposición ante la desbandada generalizada. Seguridad y vivienda, sin olvidar la bajada de impuestos, son su leif motiv y no se lo pondrá fácil a Collboni. Marca perfil para intentar hacerse un hueco en la política municipal. No en vano solo Collboni y Sirera son los líderes que han resistido al vendaval post electoral. Y quizás son los únicos que reivindican el orgullo de Barcelona. El resto está más preocupado por sus cuitas internas que por el futuro de la ciudad. Una pena.