Se acaba de celebrar en Barcelona una nueva edición del 080. Una vez más, el incomparable, y quizá reducido, recinto modernista del Hospital de Sant Pau ha acogido este certamen de moda. Esta semana de la moda ha de serlo en toda la ciudad y ampliarse a las Tres Chimeneas, la LLotja de Mar, el Jardín Botánico o las Atarazanas, por ejemplo, e incluso al aire libre como aquel desfile de trajes de novias organizado hace años en la escalinata de Montjuïc.

El 080 debiera aglutinar creatividad, excelencia, industria, sostenibilidad, marcas consolidadas y sabia nueva, entre otras bondades. A él debe retornar el interés, la adecuada comunicación y publicidad y la repercusión merecida. También el incentivar económicamente la participación en eventos de moda es imprescindible. Otros lo hacen de forma fluida. Las empresas y creadores deben obtener un retorno de su presencia en 080 porque, aunque el sentimiento barcelonés de pertenencia y orgullo sea importante, en ocasiones no es suficiente.

Barcelona fue ciudad de referencia y excelencia con la Pasarela Gaudí, y ahora lo es, pero en mucha menor medida, con el 080. Entonces había una absoluta implicación de las administraciones, del sector y de la propia ciudad. Ahora no es del todo así. El Ayuntamiento debiera involucrarse absolutamente en el evento y con el nuevo gobierno de la Generalitat se tiene una oportunidad y una obligación de todos para hacerlo posible. Y además hacerlo en plena colaboración público-privada y con la incorporación de la Fira. A ello, súmese el necesario contexto de estabilidad y de solvencia institucional y sin menosprecios de Estado.

Los agravios entre ciudades son estériles e inútiles son las competiciones con otras, léase Madrid. Mientras, perdemos talento y no ganamos en competitividad, seguimos sin desterrar los tópicos, las excusas y los complejos. Gaudí y Cibeles, Barcelona-Madrid no es un derby o un clásico medido en términos de confrontación. Al contrario, estas actitudes sólo dividieron y nos restaron. Prefiero que ambas sean una selección de lo mejor y, que coordinadas, juntas, sumen y multipliquen.

Seamos nosotros y aprendamos de los demás. Durante la Mercedes Benz Fashion Week, por ejemplo, se organizan otros eventos, se miman a las firmas que desfilan, la ciudad hace propio el acontecimiento y se fortalece su proyección nacional e internacional.

Recuperemos en plenitud y nominalmente a Gaudí. En apenas un año, en el 2026 se conmemorará el centenario de su muerte y la icónica Basílica de la Sagrada Família estará ultimándose. Y en este renovado Gaudí 080, en paralelo, por qué no recuperar Circuit y aquellos desfiles de jóvenes, nuevos emprendedores y otros rupturistas, como sucede ya en Madrid con EGO.

Atraigamos a más influencers o blogeros, celebrities y seamos focos de interés y arraigo de revistas de moda antaño, por cierto, radicadas en Barcelona. Consígase retornar aquellos diseñadores de renombre arrastradores de prestigio y patrocinio. Abordemos una imprescindible estrategia sobre la moda que vaya más allá de los desfiles o pasarelas. A París, Milán, Londres, Nueva York la moda les posiciona como capitales de referencia, turismo de calidad, en Barcelona la proyección se centra en nuestro entorno más inmediato pese a ambicionar extender su radio.

Antes de finalizar, permítanme un paréntesis. ¿Para cuándo la homologación de las tallas de la ropa? Todas las marcas han de comercializarse con la misma medida. Su incidencia es indudable en consumidores, la propia industria e incluso en salud y hábitos. El Ministerio del ramo no puede demorar más la decisión.

El 080 precisa un 112, una llamada de emergencia. Una reacción que por potencial y convicción nos devuelva la esperanza y el logro de ser la Barcelona cosmopolita, abierta, plural, de libertad que todos anhelamos. Esta es nuestra propia esencia de ciudad.