Dijo Manuel Azaña, presidente de la segunda República Española. “La política republicana de izquierdas es una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Así retrató aquel desastroso presente y vaticinó el actual. Manuel Azaña (Alcalá de Henares,1880-Montauban, 1940) era un intelectual de izquierdas. Los dirigentes que ahora se definen republicanos y de izquierdas no le llegan ni a la altura de la suela de sus zapatos y practican “una política tabernaria, incompetente, sin ninguna idea alta”. Es el caso del PSOE y PSC, “amigachos, de codicia y botín”. De ERC “incompetentes y sin ninguna idea alta”. De Sumar ideas bajas como soltar las gallinas de sus jaulas. Podemos y comunes “política tabernaria” en la tasca de Pablo Iglesias y en locales pijos de Barcelona y aledaños. Bildu, queda retratada con otra frase de Azaña: “No quiero ser presidente de una República de asesinos”.
En su manipulada memoria histórica, los suplantadores de la izquierda republicana borran a Azaña e incluso le acusan de perder la guerra civil en la que sus antepasados ideológicos participaron junto a algunos criminales de guerra. El presidente Azaña desenmascaró a los de entonces y a los de ahora: “Quienes han creído, o aparentado creer, que la República era antiborbonismo, anticlericalismo, anticentralismo, son unos majaderos o unos bribones”. Recuérdese lo ocurrido en la reciente tragedia de Valencia, capital de España que fue durante la Segunda República, entre el pueblo llano, Felipe VI y un presidente de gobierno espantadizo y huidizo que se dice de izquierda y republicano sin ser ni una cosa ni otra.
Coetáneo de la Generación del 14 como el intelectual Ortega y Gasset, las obras completas de Azaña ocupan ocho tomos. Ningún falsario líder republicano de izquierdas ha escrito, ni de lejos, tanto de política, literatura y cultura. Pocos las habrán leído y menos las han entendido. La principal aportación intelectual de Sánchez ha sido su tesis doctoral plagiada. En 2019 visitó la tumba de Azaña exiliado en Montauban (Francia). Debía de hacerlo para poner siete losas sobre su sepultura y enterrar para siempre su talla ideológica, su pensamiento y su legado cultural. Tampoco los sucesivos dirigentes de ERC lo han reivindicado ni han honrado su memoria ni lo citan casi nunca. No les conviene para sus ferias y congresos de traiciones y puñaladas cainitas.
En cuanto al PSOE, vistos sus avatares en los tribunales y en los negocios encajan con la definición de “amigachos, de codicia y botín”. Y en la sección de “unos majaderos o unos bribones” se ubican Sumar, Podemos, comunes, CUP y Bildu. La CUP y sus comandos violentos y parafascistas de Arran, además de atentar contra todo lo que no se escriba, hable o se haga en catalán, militan en el listado de presuntos delincuentes reincidentes. Como los que ni Collboni ni Illa no saben qué hacer con ellos. Porque como también observó Azaña: “La tontería es la planta que mejor se desarrolla”.