Impulsar pocas acciones, --porque, además, no se puede hacer otra cosa sin mayorías fuertes--, pero de forma determinante. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se ha conjurado a hacer efectiva la ampliación del aeropuerto de El Prat. Apuesta por ello y cuenta con la voluntad del presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Al margen de los socios que pueda conseguir en los próximos meses, y del papel que decida tener Esquerra Republicana, el dirigente socialista considera que esa debe ser la impronta de su mandato: dar la luz verde a Aena para que implemente sus inversiones en El Prat.
Los socialistas quieren jugar esa carta, desde el Ayuntamiento y desde la Generalitat, conscientes de que no podrán llevar a cabo otros grandes proyectos. El mundo económico empuja en esa dirección, con el convencimiento de que la ciudad de Barcelona y con ella toda Catalunya deberá estar bien conectada con Asia y el Pacífico. Ese polo será concluyente en los próximos años para atraer inversiones de alto valor añadido. No se trata de una cuestión que esté ligada al turismo, sino de elevar Barcelona como un polo económico de primera división.
Lo señaló Collboni este lunes en un foro organizado por el diario ABC. Según el alcalde de Barcelona, "el presidente Illa está determinado a hacerlo y contará con mi apoyo". En otras áreas el PSC está dispuesto a ceder, a negociar, pero no será el caso del aeropuerto, con la consigna de que no se puede perder más tiempo.
¿Pactos en otras cuestiones? El PSC tiene claro que el proyecto en Tarragona del Hard Rock puede ser prescindible. Ni los comunes ni ERC lo aceptan, y en el Parlament los socialistas no podrán tener otros socios. Eso, ¿debería implicar un apoyo de los republicanos a la ampliación del aeropuerto? Tampoco, pero la decisión la tomará Aena, con el Gobierno central del PSOE detrás, y el Govern de la Generalitat de Salvador Illa. Y la decisión no se puede demorar. Illa gobierna desde el pasado mes de septiembre y, sobre el papel, debería estar al frente del ejecutivo catalán hasta la primavera de 2028. Y, aunque no se vislumbra una oposición que le pueda hacer sombra, la prioridad es dejar algunas cosas 'atadas', en esta legislatura.
¿Es una decisión que puede justificar un mandato? Hay muchos otros ámbitos, pero la ampliación de una infraestructura vital para la economía de Barcelona y del conjunto de Catalunya ya sería todo un hito, después de más de una década de parálisis.
En el caso de Barcelona, y aunque el Ayuntamiento no es la parte decisiva, también sería una medida crucial. Collboni ha interiorizado una forma de gobernar que parte de una base: que nadie se sienta molestado, que la ciudad fluya, que todos los servicios públicos funcionen. ¿Es poca cosa? Sin un gobierno municipal más amplio, con ERC en plena elección de su nuevo presidente, y con los comunes sin liderazgo, tras la salida de Ada Colau, Collboni ha delimitado el campo de juego. Y ahí participan ERC y comunes aprobando medida a medida, incluyendo las ordenanzas fiscales.
¿Más proyectos? Mejor no. Las inversiones llegan. Las empresas tecnológicas siguen apostando por la ciudad, la Fira de Barcelona mantiene una actividad frenética y el giro a favor de la construcción de vivienda pública ya se ha producido, aunque falta todavía un plan que atraiga al sector privado y acelere el proceso.
¿Impedimentos? Los restauradores están molestos. Prima más en la ciudad las denuncias de un puñado de vecinos que el deseo de ocio de locales y turistas, que deben abandonar las terrazas cuando todavía no han apurado la primera copa. Collboni sabe que tiene un problema, que los funcionarios son celosos de su trabajo, y que la flexibilidad a veces brilla por su ausencia.
Pero el camino sigue. No hay amenazas a la vista. Y Collboni se acercará al mes de mayo, --el ecuador de su mandato-- sin nubes amenazantes.
Eso sí, la ampliación del aeropuerto debe ser una prioridad. Lo defiende Collboni y lo impulsa Salvador Illa desde el Govern de la Generalitat.