Con tranquilidad. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, tomó una determinación hace ya unos meses. De lo que debe preocuparse es de gobernar la ciudad, sin aspavientos, con empatía, aunque ello implique un cierto freno de mano. El PSC cuenta con diez concejales. No hay mucho margen, y los posibles socios no quieren facilitar las cosas. La victoria de Oriol Junqueras, al frente de ERC, podría allanar el camino. Pero la negociación con la concejal y la nueva mujer fuerte de los republicanos, Elisenda Alamany será costosa. Esquerra ha quedado muy dividida tras la elección de la nueva dirección. Y las consecuencias las podría pagar el PSC, en Barcelona y en el Parlament de Catalunya.
Sin embargo, Collboni se lo toma con calma. Lo da a entender en sus contactos con los medios de comunicación, en la copa de Navidad de este lunes en el Ayuntamiento y en los actos públicos que protagoniza. El alcalde quiere estar en todas partes, con un mensaje diáfano: la ciudad funciona. Uno de los gurús de la restauración, Ferran Adrià, señala –como publicó Metrópoli— que Barcelona ha mejorado, que está “más limpia”, y que debe encontrar, eso sí, el equilibrio entre los que desean más actividad en las calles y los que reclaman tranquilidad y buenos alimentos.
La idea que traslada Collboni es que habrá presupuestos para 2025. ¿Cuándo? La negociación llegará ya en enero. El PSC espera que los republicamos decidan su futuro inmediato. No hay prisa. Las cuentas de 2024 se pueden prorrogar. De hecho se prorrogarán de forma inmediata cuando acabe el año. Barcelona y el conjunto de Catalunya y España no son Estados Unidos. Las administraciones no se quedan bloqueadas si no hay un nuevo presupuesto.
Pero es cierto que una gran ciudad, la capital de Catalunya y la segunda ciudad de España, debería contar con presupuestos cada año, y con un gobierno con fuerza suficiente como para levantar proyectos ambiciosos. ¿Depende eso del PSC? Sí y no. Collboni ha optado por mantener un perfil que no admite riesgos. La mirada del alcalde está en 2027. Y sabe que puede crecer a partir de la bolsa de votantes tanto de los comunes como de Esquerra. Tanto de Junts como también del PP, en función del temple que pueda exhibir. ¿Consecuencia de esa estrategia?: paso a paso, poco a poco, como defiende Collboni.
El Gobierno municipal presentará su propuesta de presupuestos en enero, con la idea de que sea la comisión de economía la que proyecte unas cuentas que podrían aprobarse con el concurso de comunes y republicanos en un pleno en febrero, o, incluso, en marzo. Ese lapso es el que necesita Esquerra para rehacerse, para volver a consultar a sus bases, para consolidar el nuevo liderazgo de Alamany, protegida por Junqueras. Y también es el tiempo que necesitan los comunes para proyectarse, de nuevo, ya sin Ada Colau al frente, y con Janet Sanz como nueva responsable.
El primer paso se dará este miércoles, en la comisión de Economía, cuando se aprueben las ordenanzas fiscales para 2025. El tripartito que funciona en la práctica, PSC, comunes y ERC, darán luz verde a esas ordenanzas.
¿El presupuesto? Ya en enero. El PSC, mientras, con sólo diez concejales, sigue gobernando, y encarará el ecuador del mandato, --en mayo de 2025—sin grandes problemas. Es la ruta Collboni.